sábado, 31 de diciembre de 2011

Mis Lecturas Especiales de 2011

Este año me ha cundido. En cifras, han sido dos libros abandonados, 30 acabados y uno en marcha. El ebook que me regaló Novio Noel el año pasado está más que amortizado, he continuado comprando libros en papel, pero el no tener que cargar con peso en el bolso durante mis trayectos diarios en transporte público, ha hecho que lea mucho más.

Ha sido también un año de sagas y de trilogías. Un año en el que la literatura fantástica le ha ganado terreno a la novela histórica de mis amores, y un año en el que han abundado los libros de corte “juvenil”. Y ha sido un año con tres claros protagonistas: J. K. Rowlin, Trudi Canavan y Patrick Rothfuss.

Este año lo recordaré siempre con cariño porque ha sido el año de las novelas de Harry Potter. Leer estas novelas de J. K. Rowlin no es una simple lectura, es vivir una experiencia. Lo viví con Canción de Hielo y Fuego y, sin duda, lo he vuelto a vivir con estos maravillosos siete libros. Las siete novelas cayeron en dos tandas, entre las cuales intercalé otras lecturas.

La experiencia me dejó al final con una horrible sensación de síndrome de abstinencia, algo inédito hasta la fecha. Me sorprendía deseando salir del trabajo para continuar la lectura, para darme cuenta de repente que ya lo había terminado y sentir a continuación una sensación horrible de vacío.

Con fantasía comencé el año y con fantasía lo estoy terminando. El 4 de enero comencé con Festín de Cuervos. Muchos coinciden en que es un libro de transición y muchos otros incluso añadirían que es una auténtica putada, porque deja fuera a algunos personajes muy importantes. Lo que fue para mí este cuarto volumen de Canción de Hielo y Fuego lo podéis leer en este enlace.

Dos años después de haber empezado El Nombre del Viento, me decidí a darle una segunda oportunidad, y no puedo alegrarme más. En este enlace tenéis lo que escribí hace muy poquito sobre el primer volumen de esta historia maravillosa escrita por Patrick Rothfuss y actualmente me encuentro absorbida y atrapada por El Temor de un Hombre Sabio. Otra gran experiencia que merece ser vivida y recordada.

Más fantasía: Las Crónicas del Mago Negro, trilogía etiquetada como fantástica y juvenil, escrita por Trudi Canavan. Comenté con detalle, en tres entradas independientes, los tres volúmenes de la trilogía: El Gremio de los Magos, La Aprendiz y El Gran Lord. Una gran historia que avanza in crescendo: el primer volumen me pareció muy bueno, el segundo fabuloso y el tercero extraordinario. Un gusto.

Y también dentro de lo juvenil encontramos la trilogía de Suzanne Collins: Distritos. Los Juegos del Hambre, En Llamas y Sinsajo. Me duraron los tres más o menos una semana. Literatura juvenil de ciencia ficción, le llaman. Yo le llamo droga dura. El que se fue más rápido fue En Llamas, que leí en un solo día. Enfermizo. Aquí escribí sobre Los Juegos del Hambre, el primer tomo de la trilogía.

La novela histórica no podía faltar, y me ha deparado una de cal y una de arena. Dos de mis autores favoritos del género me han decepcionado: Valerio Massimo Manfredi, con un soporífero Talos de Esparta, y Bernard Cornwell con Azincourt (de la que os hablaré largo y tendido en breve… lo tengo en el horno). Pero en cambio, he hecho un descubrimiento espectacular:

Halcón, de Gary Jennings, una de las novelas históricas más completas, detalladas y apasionantes que he tenido el placer de leer. Nos narra las memorias de un godo hermafrodita llamado Thorn, sus aventuras, sus inquietudes, sus conflictos más íntimos y su estrecha relación con Teodorico, el rey de los ostrogodos, en el marco de una Europa convulsa tras la caída del Imperio Romano de Occidente. Apasionante.

Y es de obligado cumplimiento que yo le rinda un pequeño homenaje a otro de los libros que he leído en 2011: Ecos del Pasado, de Diana Gabaldon. Séptimo libro de la saga de la historia de Jamie y Claire Fraser. Una novela romántica que también puede considerarse histórica o de aventuras. Yo no le pongo ninguna otra etiqueta que no sea: “de la Gabaldon”. Y aquí os dejo lo que escribí en Anobii sobre ella:

“Mientras iba leyendo los primeros capítulos de Ecos del Pasado, y sobre todo teniendo en cuenta su extensión, iba pensando que Diana Gabaldon ya podría haber finiquitado la saga hace tiempo, y dejarnos con el recuerdo de unos Jaime y Claire jóvenes y vitales. Pero rápidamente cambié de opinión: no son tan jóvenes, pero nadie les gana a vitalidad. Y las nuevas generaciones, los adultos jóvenes y los niños que van apareciendo a lo largo de la historia, tienen tanto que contar, tanta importancia y tanto peso de la trama sobre sus hombros, que ninguno es prescindible.

Los cambios de ritmo en el libro son muy destacables: del mismo modo que una batalla es narrada hasta el último detalle, se producen saltos significativos en el tiempo y se soslayan algunas situaciones que en principio podrían haber llevado más tiempo en términos de narración. Además de los cambios de ritmo, puede que como a mi, te asalten cambios de opinión en cuanto a tus preferencias: por mi parte, si al principio del libro lo que más me gustaba era leer cómo les iba a Roger y a Brianna, a medida que iba avanzando la historia, me interesaba más por Willie o por Ian Murray.

De lo que no cabe la menor duda es que el final de este volumen ha sido trepidante, emocionante... no pude evitar soltar alguna que otra lágrima durante uno más de esos intensos reencuentros a los que Diana Gabaldon nos tiene acostumbrados... y con unos personajes que ya forman parte de mí.

No en vano, leí Forastera por primera vez en 1997 y cada año he intentado leer un volumen de la saga al menos: si no coincidía con el lanzamiento de una nueva entrega, repasaba Forastera (que he leído unas 7 veces) o Atrapada en el Tiempo o Viajera, que no le van a la zaga. Cuando Gabaldon ponga punto y final a la serie de Outlander, no podré ni creérmelo”.

También ha sido el año en el que he leído dos biografías muy interesantes sobre dos artistas excelentes y muy carismáticos: Slash y Ozzy Osbourne. Si tuviese que quedarme sólo con una, I Am Ozzy ganaría por goleada, por las risas sin fin. Aquí tenéis el link sobre ella para Apartamento666. Y aquí, tenéis el que escribí sobre la de Slash para el blog de DiscK7.

Más música y más historias sobre músicos las leí en el libro de Anecdotario Rock, un libro fabuloso, para tenerlo siempre a mano, para no dejar de consultarlo y divertirse con “Las anécdotas y curiosidades más absurdas del mundo del Rock”. Felicidades a Mª Encina por haberse atrevido con el papel.

En definitiva: mucha fantasía, algo de historia, mucha música… y muchas otras historias que no encajan en ninguna de estas categorías. También algunas decepciones, libros que han pasado sin pena ni gloria por mis manos, otros que han quedado aparcados para momentos más propicios, y otros que abandoné, como El Conde de Montecristo.

Aunque mi intención era hacer una lista dando mi opinión sobre todos ellos, por cuestiones de tiempo, de espacio, y por respeto a quien venga de paseo por este blog, he desistido. Os invito a pasar por mi estantería de Anobii, para terminar.

¡¡Feliz Año Nuevo!! ¡¡Y Felices Lecturas!!

viernes, 30 de diciembre de 2011

Mis Series Especiales de 2011

No hago rankings ni listas, ni siquiera puntúo. Pero sí que quiero tener un recuerdo especial para las series que me han dejado un buen sabor de boca en este año que mañana termina. De algunas ya he hablado largo y tendido, de otras, de manera más breve en época de pilotos… y hay algunas que han terminado siendo gratas sorpresas que nunca imaginé.

Descartes, fracasos, y otros chascos quedan fuera de esta entrada que promete ser caótica pero llena de buenas historias. ¡¡Y sin spoilers!!



Y ya que he mencionado las buenas historias, es de ley que empiece con un recuerdo para Juego de Tronos. Una de las novelas más alucinantes que me han caído en las manos en los últimos tiempos. Fueron diez semanas que pasaron a la velocidad del rayo gracias a esta joya de serie.

Una serie que me maravilló, que en general me dejó contenta con el elenco de actores y actrices, y de la que me quedo con las buenas impresiones, las escenas que me emocionaron y con la satisfacción de que en pocos meses tendremos a nuestra disposición la segunda temporada (y el quinto libro). Los “peros” los podéis recordar en esta entrada.



Otra serie sobre la que he leído muchos “peros”, aunque no estoy de acuerdo, es Person of Interest. Ha sido para mí una grata sorpresa, porque cada caso es diferente y todos interesantes, porque Caviezel y Emerson lo hacen más que bien y porque, a diferencia de otras de caso por episodio como puede ser The Mentalist, ésta le presta atención a la historia personal de los implicados, que corre en paralelo a algunos de los casos más jugosos.



Todo lo contrario a un “procedimental” ha sido Homeland. La gran revelación de la temporada. Un thriller psicológico que bebe de la fuente de los atentados del 11-S de una manera impecable. Incluso se permite el lujo de manipular al espectador, de hacer que se cuestione su ética y, supongo que en el caso del espectador norteamericano, también sus lealtades.

Lo que más me ha gustado de Homeland es que te hace pensar. La investigación nos proporciona constantemente información, que parece ser que nos va a dar respuestas, pero que lo único que hace es generar más dudas. El espectador es libre de tener sus teorías y de escoger a quién creer, con una maravillosa sensación de “no te puedes fiar de nadie”. Y lo mejor es que al final, llegamos a una conclusión. Es decir, juegan con la audiencia, pero no la maltratan.

Esta primera temporada ha sido redonda. Sólo espero que alguna plataforma española anuncie ya su emisión, aunque sea de pago, porque estoy deseando que mi familia y muchos amigos que no ven la tele en versión original la puedan disfrutar también.



Esto mismo me ocurre con Boss: tengo ganas de que más personas de mi círculo la vean, para hablar de ella, para ver qué efecto les causa. A mí me ha recordado a Los Soprano. No puedo ser muy específica porque este post es sin spoilers, pero el hecho de que un grupo de gente tenga que rendir cuentas, a veces poniendo en bandeja su integridad física, a un solo hombre muy poderoso y muy “cabrón”, me ha recordado mucho a Tony Soprano y a su gente.

La actuación de Kelsey Grammer me ha parecido soberbia, y os lo cuenta una que no ha visto Frasier. Ahí lo dejo. Sin duda, 8 capítulos sensacionales y una historia de corrupción política de las que a mí me gustan.



Corrupción política, la ciudad de Chicago, un protagonista carismático… Por supuesto que The Chicago Code tenía que tener su espacio aquí. Una cancelación injusta, en mi opinión. Una serie que podría haber dado muchísimo de sí, que podría haber dejado grandiosos momentos… pero que se fue al garete. Torres más altas han caído.



Volviendo a la actualidad, otra por la que sólo sentí curiosidad pero que al final también me ha sorprendido ha sido Once Upon a Time. Lo mejor de la serie ha sido la sensación de familiaridad con todo lo que estaba viendo, lo entretenido que es ir identificando a cada miembro de la comunidad de Storybrooke con un personaje de cuentos. Nada me resulta extraño, porque todo está conectado a mis recuerdos.

Ligera, divertida, bastante blanquita, pero con ese punto aterrador que tienen todos los cuentos de hadas: el miedo a que “los malos” se salgan con la suya. A destacar también el buen trabajo de Jennifer Morrison, de la que nunca fui fan mientras estuvo ayudando al Doctor House y que en cambio aquí me convence mucho en su papel de Emma.



Tengo que hacer parada y fonda ahora o luego se me olvidará. Quiero hacer mención especial a tres programas de televisión, a dos pseudo-realities y a un documental. Los faranduleros Married to Rock y Alaska & Mario y la serie de documentales maravillosa y excepcional que está siendo Metal Evolution, de VH1. Los dos primeros, por las risas y los buenos momentos frikis, y el tercero, porque me emociona, me cuenta cosas que me interesan y hace que me sienta orgullosa de ser quien soy.



Este año he disfrutado también de muchas comedias: la inolvidable y fabulosa Arrested Development y otra que me ha servido para curar la herida que me dejó Michael Scott (Steve Carell) con su marcha de The Office. Me refiero a la gran Parks & Recreation.



Y me sirven estas comedias para enlazar con las series de My Dear Old England… porque otra gran serie del año, otra gran serie que se ha instalado para siempre en mi corazón es Miranda. La gran Miranda. Grande en todos los aspectos. Una Bridget Jones pasada de vueltas, con una facilidad pasmosa para ponerse en ridículo, que hará que te rías con ella y de ella.

Qué tendrán estas grandes series británicas para alojarse de esta manera en mi memoria y en mi corazón. Por supuesto, están la fabulosa Doctor Who, la exquisita The Hour (con un trasfondo histórico que me tuvo relamiéndome todo el rato), mi más reciente descubrimiento: Mistresses, el regreso de mi querida Absolutely Fabulous… y junto a todas ellas, la soberbia Downton Abbey.



Puedo afirmar sin miedo a arrepentirme que las dos temporadas de Downton Abbey han sido de lo más emocionante y conmovedor que he visto en mi vida. Todos y cada uno de sus personajes forman ya parte de esa familia imaginaria que los consumidores compulsivos de tele albergamos de manera involuntaria. Mi favorita, sin duda: la abuela, la gran Maggie Smith, en su papel de Lady Violet, un personaje “favorito” que probablemente no sería nada sin todos los que le acompañan en esa fabulosa mansión llena de secretos, intrigas, dramas, amor y muerte.



Y para terminar, algo más cercano, algo de mi tierra: Polseres Vermelles. Esta sí que ha sido la gran sorpresa. Alguien que está perdiendo toda tolerancia por las series de hospitales, se atreve con una serie sobre niños enfermos. ¿Con qué resultado? Con el enamoramiento hasta las trancas. Con el corazón roto y a la vez contento. Pero como escribí hace poco sobre ella aquí, lo voy a ir dejando.

Sí, claro que han habido muchas más… Supernatural, Californication, Nurse Jackie, The Good Wife, The Big Bang Theory o The Vampire Diaries. Pero todo tiene su momento, y no me apetece por esta vez incluir a ninguna de ellas en este post de las más “especiales” del año. La vida es así, no la he inventado yo…

¡¡Feliz Año Nuevo!!

lunes, 26 de diciembre de 2011

Metal Evolution (s01e03-04): This is England!


Aunque ya pudimos ver en el segundo episodio de Metal Evolution la innegable importancia que tuvieron los grupos de Hard Rock norteamericanos de los años 60 y 70 en la evolución del Heavy Metal, para la mayoría, los orígenes de este género hay que ir a buscarlos al otro lado del Atlántico. Es decir, hay que volver a Europa, plantarse en Inglaterra y prepararse para un viaje de lo más emocionante.

Y allí es donde nos vamos con los episodios Early Metal: UK Division y New Wave of British Heavy Metal. Partimos de finales de los 60, con la explosión del “Blues Boom”, con músicos como John Mayal a la cabeza, que influyeron sobre nombres tan importantes como Jeff Beck, Eric Clapton o Jimmy Page. Y precisamente la banda de Page, Led Zeppelin, son los primeros a los que un sector de la prensa musical empezó a considerar como banda de Heavy Metal. La curiosidad aquí es que, como veremos también que ocurre con Deep Purple, Page y Robert Plant no quieren que se les relacione, bajo ningún concepto, con el término Heavy Metal.

De hecho, no contamos con su presencia en este episodio ni en ningún otro. Ni el virtuoso guitarrista ni quien en su época fuese el Dios Dorado del Rock han querido hablar con Sam Dunn. No sólo niegan el ser una banda de Metal, algo que nos puede parecer totalmente lógico, sino que además, reniegan de su “paternidad”. Lo mismo hacen Deep Purple, aunque algunos de sus miembros sí que aparecen en el documental: Ian Paice, Roger Glover y Jon Lord, quien dice que, si bien no son los padres, acepta que se les considere uno de los padrinos. Bien, algo es algo.

Y los que no tienen inconveniente en que se les asocie con el Heavy Metal, obviamente, son Black Sabbath. Entramos en el terreno más oscuro, nos vamos a la triste Birmingham de principios de los 70. Bill Ward y Geezer Butler tienen mucho que decir en este episodio, y son muchas las caras conocidas que aparecen para dar su punto de vista: Bruce Dickinson, Slash, Billy Gibbons de ZZ Top… Y también David Coverdale y Glenn Hughes, hablando sobre su paso por Deep Purple, formación a la que se le da un repaso a través de sus etapas y estilos diferentes.

Lo que nos llevará, obviamente, a hablar de Ritchie Blackmore y de Rainbow, y de la aparición en escena de uno de los cantantes más poderosos que ha dado el Heavy Metal: Ronnie James Dio, del que podremos ver imágenes de archivo pertenecientes a una entrevista concedida un par de años antes de su muerte. Una de las aportaciones más importantes de Dio al Heavy Metal, además de su potencia vocal, es la incorporación de la fantasía a las letras de sus canciones: dragones, caballeros y parafernalia medieval aparecerán, por primera vez, en el Heavy Metal más primigenio, gracias a él.

Tras un período de experimentación con otros instrumentos y estilos, que protagonizan formaciones como Black Sabbath con la inclusión de teclados, o Deep Purple con el toque de Soul y Blues que les aporta Mr. Coverdale, llega a primera línea del Rock otro tipo de bandas que desplazan de la vanguardia a nuestros clásicos. Aparece en escena el Glam Rock de T-Rex, Sweet o David Bowie.

El capítulo acaba con otro Metal God: Rob Halford, de Judas Priest, que da un breve repaso a lo que significó la aparición de su banda, no sólo a nivel musical sino también estético. El Heavy Metal se convierte en movimiento, rompe lazos con el Blues y se viste de negro. Y con Judas Priest se cierra este tercer capítulo dedicado a los primeros años del Heavy Metal en Inglaterra y se abre lo que para muchos es una de las épocas doradas (si no “la” época dorada) de nuestra música: la New Wave of British Heavy Metal, con Steve Harris como uno de los portavoces, que se ocupa de contarnos cómo fueron los principios de Iron Maiden y de toda la movida, y cómo tuvieron que intentar hacerse lugar entre el absoluto dominio del Punk a finales de los 70.

Es gracioso, para los que pensamos como él, escuchar cómo despotrica de manera muy elegante contra el Punk. Es simpático ver cómo Sam Dunn intenta que Harris le dé algo de crédito a lo que pudo significar el Punk en aquella época, incluso como leve influencia en algunas bandas de la NWOBHM y él se cierra en banda. Bueno, supongo que para mí, todo lo que haga y diga Steve Harris es gracioso, maravilloso y adorable… pero ya se sabe lo que pasa con los fans. Sigamos.

Estamos en 1977, tenemos en pantalla a un miembro de la banda The Damned contándonos su versión de la historia y soltando una perla muy significativa: “Nosotros no sabíamos tocar”, y que conste que lo dice él, no lo decimos ni Steve Harris ni yo. Otros músicos que podemos ver en este episodio son: Dennis Stratton (exguitarrista de Iron Maiden), Brian Tatler (guitarrista de Diamond Head), Biff Byford de Saxon, Jess Cox de Tygers of Pan Tang, Joe Elliot y Phil Collen de Def Leppard, Lars Ulrich de Metallica…

Vemos como un fan entusiasta, DJ de uno de los primeros Clubs exclusivamente de Rock que existieron en el país, une a varias de estas emergentes bandas de Metal y los presenta a las discográficas en Londres. Vemos dónde y cuándo aparece por escrito por primera vez el término New Wave of British Heavy Metal y qué ocurre en el escaso período de dos años.

Existe un antes y un después del lanzamiento del primer disco de Iron Maiden, pero sobre todo, existe un antes y un después de la salida al mercado de The Number of the Beast en 1982, cuando el Heavy Metal británico se hace mainstream. La lista de anécdotas, curiosidades, datos y comentarios de diversos músicos es muy larga. Me apetecería mucho contároslo todo, pero creo que es mejor que busquéis los episodios y los disfrutéis por vosotros mismos.

El Festival de Reading de 1980, el resurgir de la vieja guardia del Hard Rock británico, la explosión a nivel mundial, el salto de Def Leppard a Estados Unidos y muchos otros acontecimientos es lo que vais a encontrar en este cuarto episodio de Metal Evolution. Al final, veréis cómo muchas bandas de la NWOBHM no sobrevivieron a la invasión del Glam Metal estadounidense de los años 80 (de lo que hablaremos en el próximo episodio), salvo contadas excepciones. Según nos cuenta Dunn en los últimos minutos del documental, habría que esperar unos años hasta que una banda, esta vez estadounidense, recogiese el testigo y el legado del Heavy Metal de raíces británicas y volviese a enseñárselo al mundo entero: esa banda es Metallica.

Pero, además de con la conclusión propia del episodio, a mí me gustaría terminar esta entrada con una frase de Scott Ian, guitarrista de Anthrax:

La mano derecha de Steve Harris. Esa es para mí la esencia del Heavy Metal. Steve Harris es Metal”.

¡¡Espero que los disfrutéis tanto como yo lo estoy haciendo!! Os aseguro que una vez los encontréis no podréis ver cada episodio una sola vez. Son apasionantes.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Polseres Vermelles. Pulseras Rojas. The Red Band Society


Cuando una serie está bien hecha, es normal que tenga pretendientes y que quieran enseñarla por todas partes. Me parece súper normal que Polseres Vermelles sea también Pulseras Rojas y que en un futuro no muy lejano vaya a convertirse en The Red Band Society, de la mano nada menos, que de Dreamworks. Y es que cuando alguien como Albert Espinosa, el escritor de esta serie maravillosa, es especialista en ponernos la piel de gallina, en hacer que se nos salten las lágrimas, y en llegar a nuestros corazones como sólo él hace, de una manera tan honesta, merece todo reconocimiento.

Me negaba a ver Polseres Vermelles. No me gustan las series de hospitales, no soporto las series “de médicos”. Me ponen triste, hacen que le dé demasiadas vueltas al coco. Si encima, los protagonistas de una serie “de hospitales” son niños, apaga y vámonos. Pero Noe me dijo que la serie merecía mi atención, que huía del morbo, del regodeo en la desgracia, del uso gratuito de la tragedia… que en el fondo, Polseres es una serie muy vitalista y con toques de humor, una historia de unos chavales fantásticos que “sucede que” están enfermos en un hospital.

No contenta con su recomendación y con su defensa a ultranza de la serie de Espinosa, basada por cierto en su libro El Món Groc (El Mundo Amarillo), me la trajo un día en DVD. Vamos, que me vi sin escapatoria. Así que me puse con ella y en dos tardes la tuve liquidada porque, inmediatamente, caí rendida a los pies de todos y cada uno de sus protagonistas, interpretados además por unos actores maravillosos (olvidaos de los niñatos de otras series juveniles). Me enamoré irremediablemente de los 6 chicos que forman la pandilla alrededor de la cual gira toda la historia, y no desmerezco en absoluto a todos los secundarios: familiares, otros enfermos, trabajadores del hospital y médicos, que hacen un trabajo excepcional y tienen unos papeles muy importantes en la trama.

Polseres Vermelles, de la cual ya se ha confirmado la segunda temporada, explica la historia de un grupo de chicos (y una chica) de entre 10 y 17 años, muy diferentes entre sí, que coinciden en un hospital de Barcelona. La historia empieza cuando ingresa Jordi, un chaval de 13 años enfermo de cáncer al que le tienen que amputar una pierna. En este artículo imprescindible en el blog de Albert Espinosa sobre la serie, el escritor comenta cuál es su escena favorita del piloto, y coincido con él totalmente, porque además, es una de mis escenas favoritas de la serie.

En ella, vemos a Jordi correr por el pasillo del hospital un rato antes de entrar a quirófano, para darle una rosa a Cris, la chica del grupo. Previamente, ha podido bailar con ella una canción lenta, para despedirse de su pierna. Todo en clave vitalista. Todo, explicado como sólo alguien que pasó por ello a la edad que los protagonistas lo están pasando, puede explicarlo. Emocionante es poco. Lo recuerdo y se me hace un nudo en la garganta.


Lleó, Jordi, Cris, Toni, Ignasi y Roc son los seis miembros del grupo de jóvenes que viven en esta serie muchas de las experiencias propias de su edad, con la particularidad de que suceden dentro de un hospital. Unos chavales que se ven obligados a madurar a una velocidad de vértigo, pero que al mismo tiempo no dejan de ser niños, unos niños de los que es imposible no enamorarse y que están deseando jugar, amar, pasarlo bien y vivir.

Para los que podáis y queráis disfrutarla en su versión original catalana y os la perdisteis cuando la emitió TV3, tenéis los 13 episodios de los que se compone la serie para descargar. Para los que no, TNT ha empezado a emitirla en castellano el pasado 5 de diciembre (doblada por los mismos actores, por cierto).

Reconozco que no es una serie fácil de recomendar, porque a algunos se os antojará demasiado dura, a otros, demasiado fantasiosa… ya que aquí todo tiene cabida, y la imaginación de Espinosa es más que desbordante: es imparable como un tsunami. Sólo os diré que se ha convertido en una de mis series revelación, que estoy deseando que se emita la segunda temporada y que soy, en una palabra: Fan.

Polseres Amunt!!




miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Nombre del Viento (Patrick Rothfuss)

Cerdanyola del Vallès, Barcelona, Septiembre de 2009. Empiezo a leer El Nombre del Viento, libro que me regalaron en una de estas webs de “envíame tu producto gratis, que yo hablaré de él en mi blog”. Llegué al capítulo 14 y lo aparqué, no recuerdo por qué, con su punto de libro, marcando esa página, la primera del capítulo 14. Y esperando se quedó hasta noviembre de 2011.

Pero ya lo dicen: más vale tarde que nunca…

Los que habéis leído El Nombre del Viento, ya conocéis la brevedad de algunos de sus capítulos, así que me quedé muy al principio de la novela. Tan al principio, que no recordaba absolutamente nada de ella y este segundo asalto fue como una primera vez.

Con motivo de la publicación de la segunda parte, que lleva como título El Temor de un Hombre Sabio, y alentada por muchas cosas positivas que leí en Twitter, retomé la historia de Kvothe (que se pronuncia “cuouz”). Tras devorar Canción de Hielo y Fuego, Harry Potter y Las Crónicas del Mago Negro, puedo decir que he aprendido a amar la literatura fantástica. Así que era el momento perfecto.

El Nombre del Viento nos enseña la vida que se esconde detrás de la leyenda. Narrada en primera persona por su propio protagonista y ambientada en un mundo irreal pero coherente, es una historia sorprendentemente creíble, a pesar de tratarse de una novela fantástica.

Las aventuras de Kvothe, uno de los personajes más cautivadores con los que he tenido el placer de toparme en los últimos tiempos, muestran un equilibrio perfecto entre la crudeza de la vida de un joven sin recursos y un mundo mágico en el cual no faltan fuerzas oscuras, hechizos sorprendentes, ni criaturas salvajes y aterradoras.

Con su novela debut, Patrick Rothfuss consiguió atrapar a miles de lectores con una historia fascinante, una narración formidable, muy recomendable tanto para los aficionados al género fantástico como para aquellos que buscáis una novela bien escrita, sorprendente, emocionante y sobre todo: totalmente adictiva. Es una novela ideal para los que busquéis evadiros de la realidad durante un buen rato, tengáis la edad que tengáis.

Estoy esperando a que El Tió, Papá Noel o Los Reyes Magos me traigan la segunda parte: El Temor de un Hombre Sabio, para hincarle el diente (los ojos, mejor dicho) y no soltarlo hasta que no lo haya exprimido, hasta que no haya devorado su última letra. Si me gusta tanto como el primero, misión cumplida, y si me gusta todavía más, seré tremendamente feliz.

Hoy por hoy, la verdad es que no estoy siendo demasiado feliz en este sentido. Tras El Nombre del Viento continué en la senda de lo fantástico y me atreví con uno de los volúmenes de Las Crónicas de Narnia. Siguiendo el consejo de una buena amiga, comencé por El Sobrino del Mago, para iniciar la lectura por orden cronológico. Y no me gustó nada. La narración es tan plana, tan simple, tan “para niños”, que me incomodó incluso. No me gustan las lecturas tan fáciles. Suerte que, al tener tan sólo 120 páginas, el mal trago sólo me duró 2 días.

A continuación, cambié lo fantástico por lo histórico y me animé a leerme Azincourt, de Bernard Cornwell, quien me enamoró con su trilogía Las Crónicas del Señor de la Guerra. Desgraciadamente, Azincourt dista mucho de poderse comparar con ninguna de esas tres obras maravillosas. Pero, a pesar de que el inicio es muy lento y algo pesado, a estas alturas del partido (la página 114 de 457) la cosa se está animando y creo, y espero, que pronto mi opinión cambiará. Pero sobre Cornwell ya hablaré otro día… porque este post tiene como único objetivo recomendaros El Nombre del Viento.



*Escribí sobre El Nombre del Viento y El Temor de un Hombre Sabio en la sección de Cultura de Puntvalles.com, donde he empezado a colaborar recientemente (son artículos escritos en Català). He usado ese texto como punto de partida para redactar este post.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Anecdotario del Rock: El libro

A través de la editorial Bubok llegó a nuestras manos, hace unos meses, la versión en papel de la famosa web Anecdotario del Rock, por nuestra amiga Mª Encina Carballo. Para la ocasión cuenta con la ayuda de Pedro Luís Martínez, además de otros amigos que se han brindado a dedicarle unas palabras en este libro. No os diré quiénes son… y así no os desvelo más de lo necesario.

La que os escribe terminó anoche de leerlo, porque me lo he tomado con calma, porque me ha gustado saborearlo, como esa golosina que tanto gusta y que disfrutas muy muy despacito, para que dure lo máximo posible. Os recomiendo encarecidamente que os hagáis con una copia de Anecdotario del Rock: Las anécdotas y curiosidades más absurdas de la historia del rock, porque es una recopilación de historias que os encantará tener y leer. Un libro que os desvelará las curiosidades más estrambóticas de los músicos que más nos interesan. Mª Encina ha dado el salto al papel, pero no abandona su estilo sencillo y directo al que ya nos tiene acostumbrados.

El libro de esta famosa bloguera, muy activa en las redes sociales Twitter y Facebook, es el típico libro que os gustará tener a mano para futuras re-lecturas y consultas esporádicas. Porque siempre viene bien poder disponer de un “manual de consulta” de las locuras más bestias de nuestros artistas favoritos y poder compartirlas con nuestra gente.

Desde la fascinación que le produjo a James Hetfield de Metallica el probar el jamón de jabugo, hasta la generosidad sin límites de Elvis Presley, pasando por casas encantadas, historias muy calientes sobre groupies, o emotivos sucesos en el que una persona enferma encuentra mejoría gracias a una canción o artista determinados.

Desde los viejos artistas de los 50 hasta los jóvenes músicos de hoy en día, todos tienen cabida, todos tienen algo digno de ser contado: historias absurdas y cómicas, pero también sucesos extraños, a veces tristes, y en ocasiones, incluso violentos. Lo que encontraréis aquí es una fuente incesante de historias nada convencionales y muchas veces, fascinantes.

Contenido Extra: en este enlace nos podéis ver a Evika y a mí, libro en mano.