martes, 13 de noviembre de 2012

Just Nashville


Lo reconozco: no solo me sorprende, sino que además me parece muy triste que, de todos los estrenos de esta temporada, he salvado solamente este culebrón de la ABC protagonizado por Connie Britton y por Hayden Panettiere... leedme con atención: ¡¡Hayden Panettiere!! Pero... what is wrong with me?

La primera impresión es muy importante, y la que me llevé cuando vi un sneak peek del piloto (en el avión, viajando de Los Angeles a San Francisco) fue de 'esto me interesa, aquí hay tomate'. El hecho de tratar sobre dos divas de la canción (de la que sea) peleando, una por mantener su estatus de reina y la otra por hacerse con la corona, prometía.

Pasada la primera impresión y visto el piloto, llegaron las dudas. La primera duda fue '¿piensan canturrear tanto en cada episodio?, ¿podré soportarlo?'. No soy una entendida en música Country, ni soy amiga de los musicales, por norma general. Sorprendentemente, y aunque yo eliminaría de raíz toda cantinela, los momentos musicales de Nashville no me molestan en exceso. Y hablando de sorpresas, no doy crédito a que la trama que más me esté interesando de la serie es la que tiene que ver con la cheerleader más famosa de la historia de la televisión.

Hayden Panettiere interpreta a Juliette Barnes, una joven estrella que reúne todos los clichés de la joven estrella: soberbia, caprichosa, irrespetuosa y sin escrúpulos. Quiere ser la más grande y ocupar el trono en el que hasta ahora se ha sentado Rayna James (Connie Britton), que además tiene en contra la crisis de la industria y muchísimos problemas familiares. Para empezar, Juliette quiere arrebatarle a su guitarrista, no solo en el sentido musical, sino también en el sentimental, ya que Rayna tuvo su historia con Deacon y donde hubieron llamas quedan brasas... bueno, lo de siempre.

La cuestión es que el componente culebronesco de Nashville, pese a ser un poco 'lo de siempre', me entusiasma. No solo hablamos de amores imposibles de recuperar, o de conquistas inapropiadas y amantes secretos, sino también de tramas políticas corruptas que afectan a la familia de una de las protagonistas, y problemas de drogadicción que afectan a la familia de la otra. Nashville se compone de, a bote pronto, unas cinco tramas entretejidas que tienen que ver con Rayna y con Juliette. Y de propina, una trama que no interesa y que cruzo los dedos para que sea erradicada de una vez por todas, aunque sé que mis plegarias no serán atendidas...

Hablo por supuesto de un 'pegote' que hay por ahí en medio y que no puedo soportar. Una trama absurda que no viene a cuento (o por lo menos, no por ahora) que tiene como protagonistas a dos jovencitos lerdos que quieren triunfar en la música, que van a grabar una maqueta y que son chico y chica... ¿y eso qué quiere decir? Exactamente: la puñetera tensión sexual no resuelta, aderezada con el consabido cuento chino 'me gustas pero tengo novio'. Vamos, que son de lo más estomagantes y ni me acuerdo de cómo se llaman (ni voy a molestarme en buscarlo).

Así pues, mi relación con Nashville tampoco está siendo un camino de rosas, y tuve una crisis de fe en el tercer episodio. Me resultó tremendamente cansino y aburrido. Ahora no lo recuerdo con exactitud, pero puede ser que los niñatos que acabo de mencionar tuviesen más presencia en este episodio que en otros y ellos sean los culpables. No lo recuerdo. Pero sí recuerdo que me planteé abandonar la serie. ¿Quién me convenció para que no lo hiciese? Exacto: la Panettiere. ¿Es muy grave, doctor?

Sea como sea, la única serie nueva que he salvado de la quema esta temporada ha sido esta: un culebrón ambientado en Nashville, protagonizado por dos estrellas de la música Country y en el que además hay una trama que no me entra ni con calzador y que deseo que desaparezca.

En mi opinión, la temporada ha traído unas novedades bastante lamentables. Para seguir con esa costumbre, un poco suicida, de hacer una cata de pilotos, intenté verlos todos o casi todos, y no guardo buenos recuerdos. Ni siquiera Arrow, una de las pocas que superó la prueba del segundo episodio, se salvó de la quema, a pesar del rocoso y cincelado abdomen de su protagonista. Mejor así: la benevolencia solo trae una lista interminable de episodios por ver y falta tiempo para ocuparse de todos.