lunes, 29 de noviembre de 2010

The Walking Dead: Vamos a pasarlo mal


Los aficionados a las películas de terror, entre los que no me encuentro, seguro que tienen este concepto súper superado: pasarlo bien pasándolo mal. Es un sentimiento que estoy teniendo recientemente con la serie The Walking Dead, el último gran fenómeno de AMC. Aunque en un principio no pensaba verla, porque el género no me atrae en absoluto, varias cosas que leí, cosas muy buenas, me hicieron darle una oportunidad, de la que no me arrepiento.

El primer episodio me gustó bastante. Aunque me dijeron: "apenas salen zombies", y eso no es del todo cierto. No me malinterpretéis: yo sabía dónde me metía, aunque no sea lectora de cómics ni me hubiese informado previamente... Mis fuentes eran el Twitter y otros blogs. Pero después de tantos comentarios sobre la ausencia de "monstruos" en la serie, una ya no sabía qué pensar. "Macaquejos" a parte, me pareció que iba a estar interesante ver cómo se las apañaban un grupo de personas en una situación post-apocalíptica, al estilo de aquella serie de la BBC: Survivors, que tanto me gustó. Pena que la cancelasen sin darle un buen final.

Pero The Walking Dead sí que tiene bastantes escenas desagradables, de sangre y vísceras, de tensión y de desesperación, que Survivors no tenía o si tenía algo parecido, estaba mucho más suavizado. Ahí se encuentra la gran diferencia. La visión de medio cuerpo de uno de los "caminantes" arrastrándose por la hierba, con la cara calavérica en un gesto que pedía clemencia, fue una imagen que me disgustó profundamente y automáticamente giré la cara hacia mi compañero y le pregunté: "¡¿pero qué hacemos nosotros viendo esto?!". Como digo, no es para nada el tipo de ficción que suelo ver.

Tras un segundo episodio que para mi fue aburrido y que no destacaría por ningún aspecto en especial, vino el tercero, en el que me empecé a plantear el abandonar la serie. Los primeros minutos del episodio, con este hombre esposado en la azotea, que ha perdido el juicio, con los "caminantes" al acecho... Ese discurso desesperado y desesperante, me hizo pasar un mal rato del que no tengo necesidad. Vale: si me transmitió angustia es porque está bien escrito y bien interpretado, no lo niego. Pero no siento la necesidad de pasarlo mal en mis ratos de ocio. No soy de las que lo pasan bien pasándolo mal, lo he comprobado.

Es por esta misma razón por la que huí del personaje de April en la segunda temporada de In Treatment, por la que dejé Breaking Bad, por la que no he visto The Big C, y por la que a veces, me ponía a limpiar la casa mientras veía algo demasiado trágico para mi gusto en Anatomía de Grey. Drama sí, tragedia no. Y si ya entré dudando en The Walking Dead, la sangre, las vísceras, la falta de empatía con sus personajes, y las situaciones desagradables como las que he comentado, no han ayudado a que la serie y yo nos hagamos amigas.

En este punto y tras haber visto el tercer episodio de la serie, dudo. Tengo a mi pareja que supongo que seguirá viéndola, lo que me pone las cosas un poco más fáciles. Pero, ¿la veré de frente, de espaldas o de medio lado? También influye la sensación de que, si la abandono, me estaré perdiendo algo grande de lo que todo el mundo habla y parece estar tan encantado. A veces puedes escapar de esto, pero a veces, la corriente es poderosa y la curiosidad por saber qué es eso que está maravillando tanto a los colegas de afición, hace que aguantes más a una serie con la que te asaltan las dudas continuamente.

Pero cuando pienso en The Walking Dead, el primer adjetivo que me viene a la mente es: Desagradable. ¿Será tan poderosa mi curiosidad como para exponerme al desagrado deliberadamente o me limitaré a prestarle relativa atención cuando me la encuentre por casualidad en la tele de mi casa? El tiempo lo dirá, pero me inclino por la segunda opción.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Música, recuerdos y el paso del tiempo

Esta semana he redescubierto un disco que durante una temporada escuché de manera compulsiva, es decir, como suelo escuchar los discos que me gustan: una y otra vez, sin descanso y durante meses, alternándolos en algún momento con alguna canción o álbum de otro grupo que me sirve de mera desintoxicación temporal, para volver a la carga con todavía más pasión. Obsesionarse, le llaman.

Este disco del que hablo es el Youthanasia, de Megadeth. Para muchos un gran disco, para otros uno de los peores de la banda. Yo no me decanto ni hacia un lado ni hacia el otro. A mi me parece un buen disco con buenas canciones, pero canciones que me traían a la memoria recuerdos bastante desagradables de una etapa de mi vida. El disco salió en 1994, pero yo me lancé a la escucha obsesiva allá por el 97, que fue cuando los vi por primera vez en directo.

Entraba yo por aquel entonces en una etapa oscura, tan oscura, que no me di cuenta de lo oscura que había sido hasta que no estuve fuera. Casi toda la música que escuché durante ese período me trae tan malos recuerdos que voluntaria o involuntariamente la he ido dejando de lado, salvo contadas excepciones. No he apartado a grupos, pero sí he apartado de mi vista y de mi oído discos enteros, como es el caso de este Youthanasia.

Obviamente, durante los más de 10 años que han seguido, he continuado escuchando las canciones más conocidas, ya fuese en conciertos o en el recopilatorio de Capitol, pero hay temas que nunca fueron singles, que no suenan en los directos de la banda y que suelen ser los que realmente consideramos especiales. Por lo menos yo suelo encontrar entre esas canciones, a la sombra de las más populares, mis favoritas. Son como pequeños tesoros.

La otra tarde mientras trabajaba, 'Blood of Heroes' se coló en mis oídos a través de Spotify y más tarde 'I Thought I Knew it All'. No tuve tentaciones de pasarlas, sino todo lo contrario, me sorprendí tarareándolas e incluso recitando sus letras con ilusión. Una canción que en su día me había gustado y que por traerme malos recuerdos había sido enterrada, sonaba como una cosa nueva, con fuerzas renovadas. Estoy fabricando nuevos recuerdos, que irán asociados como siempre, a esta música que hace que me tiemblen hasta las pestañas.

martes, 23 de noviembre de 2010

In Treatment: 'Vanessa, Sunday - 6 p.m.'

In Treatment es una de mis series favoritas desde la primera temporada. Consumida, normalmente los domingos por la tarde, en sesiones de cuatro o cinco capítulos, me proporciona un placer para el oído que no me lo dan otras series. Todavía no ha aparecido en ella un personaje que me haya dejado indiferente: todos los pacientes que Paul Weston recibe en su consulta merecen ser escuchados con la máxima atención. Aunque en la segunda temporada me salté a April, porque su caso me lo hacía pasar muy mal, sí que seguí sus progresos a través de las sesiones que Paul mantenía con su psicóloga y mentora, Gina.

Gina no aparece en esta tercera temporada, aunque su presencia sigue planeando sobre la cabeza de Paul. Su personaje era excelente y la interpretación de Dianne Wiest me parecía magistral. Cuando ella y Byrne se sentaban frente a frente, me quedaba embelesada y boquiabierta, escuchándolos hablar, viendo cómo movían sus manos y cuánto transmitían las expresiones de sus rostros. Pero Adele, interpretada por la también gran actriz Amy Ryan (a quien ya había visto en The Office y The Wire) no se queda a la sombra de Gina, y la manera de interactuar con Paul en sus sesiones es tensa, misteriosa, fría, y un punto borde. Y esto es algo que me encanta.

A PARTIR DE AQUÍ, ENCONTRARÁS SPOILERS. ASÍ QUE SI NO HAS VISTO EL CAPÍTULO 16 DE ESTA TERCERA TEMPORADA, ES MEJOR QUE PARES DE LEER.

Nos encontramos, en el episodio número 16 de esta tercera temporada, en un claro punto de inflexión en la relación entre ambos. Paul le ha confesado a Adele que piensa en ella cuando hace el amor con su novia. ¡Qué gran capítulo, y qué gran secuencia! Qué media sonrisa tan pícara, qué miradas de las que desnudan... Me quedo maravillada por cómo un señor tan mayor puede resultar tan seductor. Recordemos que Gabriel Byrne en la ficción tiene 57 años, 60 en la vida real.

Si en la segunda temporada vimos cómo a Paul le perseguían los problemas legales, derivados del caso de Alex, paciente de la primera temporada, en esta tercera temporada Paul se encuentra con problemas de salud, con complicaciones en la relación con su hijo Max, y además, muy indignado y herido en su orgullo por la novela que ha publicado Gina, su anterior terapeuta, en la que un personaje nada favorecido se parece sospechosamente a él. O eso es lo que cree Paul. En esta temporada, el protagonista se enfrenta a muchos miedos, el principal: el Parkinson, la enfermedad que se llevó a su padre.

Paul Weston puede recibir en su consulta a los pacientes más interesantes del mundo, pero mi personaje favorito de la serie siempre ha sido él, y en esta tercera temporada, la devoción que le profeso está alcanzando cotas máximas. Ocurre en todas las temporadas de In Treatment: no es tanto lo que cuenta el paciente sino cómo reacciona Paul y cómo luego él absorbe las miserias de su interlocutor. Desde su relación con Laura en la primera temporada, pasando por lo mucho que se unió a Oliver en la segunda, Paul siempre está caminando en la línea de lo que la ética profesional le permite.

A pesar de que Paul Weston es lo que más me gusta de la serie In Treatment, en esta temporada me he encontrado también fascinada por el personaje de Jesse. En las dos temporadas anteriores me costó mucho señalar a un paciente como preferido: me encantaba Sophie, la chica más joven de la primera temporada, y Oliver y Walter en la segunda me enternecieron y emocionaron, pero ningún personaje se perfiló como claro favorito hasta la llegada de Jesse en esta tercera temporada.

Al principio me sacaba de mis casillas, y creo que eso fue precisamente lo que hizo que me gustase tanto después. Jesse hace que me quede atónita ante sus experiencias y sobre todo, ante su manera de contarlas. Además, no es sólo lo que ocurre dentro de la cabeza del paciente: su vida, su relación con sus padres adoptivos, la aparición por sorpresa de sus padres biológicos que quieren establecer contacto con él, el cómo vive su sexualidad, todo lo que le rodea, hace de él un personaje tremendamente interesante y fascinante. Mucho tiene que ver la magistral actuación del joven actor Dane Dehaan, que da vida a este paciente que visita a Paul Weston en su consulta de Brooklyn cada miércoles.

Podría pasarme horas hablando de las excelencias y maravillas de In Treatment, tanto de esta tercera temporada que tanto me está gustando, como de las dos anteriores, de las que guardo buenísimos recuerdos, que me asaltan continuamente. Es curioso cómo en otras series critico la lentitud y la falta de acción, y que después me fascine una serie como esta, en la que casi todo lo que ocurre se limita a una conversación psicólogo-paciente, prácticamente inmóviles, mirándose y estudiándose, cada uno desde su sillón. Pero es que lo hacen tan bien, que no necesito nada más.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Married to Rock: Mi Reality (El Estreno)

Dice Valentina que hay por lo menos un reality para cada tipo de persona. Y tiene toda la razón. Yo tengo los míos: tras The Osbournes y Tommy Lee Goes to School, ambos de hace unos años, llega a mi esta joya que es Married to Rock, de E!Online.



¿Habéis fantaseado alguna vez con mantener una relación (romántica/erótica/sentimental) con una estrella del Rock? Pues en este reality vemos cómo cuatro señoras o señoritas muy llamativas comparten su día a día con cuatro músicos de renombre de "La Escena". Como no podía ser de otra manera, la base de operaciones es Los Ángeles, Meca del Rock y ciudad de residencia de estas parejas.

Este mundo maravilloso de casas de ensueño, ropas fabulosas, viajes, curvas exhuberantes, melenas excesivas, y riffs de guitarra, se traslada al salón de mi casa durante 20 y pocos minutos por capítulo, a partir de ahora y quién sabe hasta cuándo. ¿Un Reality? ¡¡Un Fantasy!!

Antes de ver el episodio ya era fan. Después de verlo, me hice "talifán", y en mi cabeza ya me he hecho una lista de otros candidatos para hipotéticas futuras temporadas, que NECESITO ver. Tengo, no obstante, el presentimiento de que el programa no va a triunfar, y pienso apuntarme a toda campaña y club de fans que se precie para darle vida. ¡He dicho!

Fue a través de la cuenta de Twitter del bajista de Guns N' Roses (y Velvet Revolver, y Loaded), Duff McKagan, que me enteré de la existencia de este programa. Su mujer, Susan, es una de las participantes. Cuando eres fan de un grupo y sigues su música, las biografías de sus miembros, las entrevistas, etc., crees que les conoces. Te haces una idea preconcebida de sus personalidades, tomando como referencia esos pequeños detalles que ellos quieren que sepas.

Tras haber sido quizá el miembro más "guarreras", el punki de los Guns, McKagan se ha convertido, a mis ojos, en un señor respetable, atlético, incluso atractivo a sus 46 años. Un señor serio que una cree que no va a prodigarse por esos mundos televisivos por mucho que su esposa sea una de las protagonistas. Pero una cosa es que no lo esperes y otra cosa es que no lo desees.

Lo confieso, adoro el faranduleo. Y cuando, a los pocos minutos de haber empezado el episodio, el señor McKagan hizo su aparición y sus comentarios, semi tumbado en la cama de su dormitorio, el cielo se abrió y entre las nubes aparecieron ángeles con guitarras eléctricas tocando los primeros acordes del Welcome to the Jungle.

Eso, bajo mi punto de vista. Mi novio, por el contrario, se indignó y se marchó un poco cabreado del salón: "No quiero ver nada más". Y eso que no llegó a escuchar la anécdota que explica Mr. McKagan sobre la vez que llevó a sus hijas a un concierto de Justin Bieber (¡¡qué no hacen estos padres por sus niñas...!!).

Susan Holmes-McKagan es una bellísima mujer, que dice tenerlo todo en la vida y que en este reality estaría en el bando de las discretitas. La bio de Susan nos cuenta que a mediados de los 90 era una de las 10 modelos mejor pagadas del mundo y ganó millones de dólares durante ese período. En 1997 lanzó su propia línea de ropa de baño y desde entonces, el negocio le ha funcionado fantásticamente bien. Esta ex-modelo y empresaria está casada con Duff McKagan desde 1999 y tienen dos hijas, Grace y Mae.

Otra que en apariencia no está loca es AJ Celi, novia de Billy Duffy, guitarrista de The Cult, con quien lleva tres años. De apariencia tranquila y sin mucho protagonismo en el primer programa, parece ser que tendrá muchísima presencia en el segundo, a juzgar por el avance que hemos podido ver al final.

AJ tiene 30 años y es licenciada en Comunicación. Procedente de New York, pronto se hizo un nombre como relaciones públicas y organizadora de eventos en prestigiosos clubs de los Hamptons. Actualmente trabaja en el Nightclub Playhouse de Hollywood como directora VIP.

AJ Celi además es aficionada a Twitter. De hecho, creo que todas lo son. Naturalmente que ya sigo a las cuatro, y cuál no fue mi sorpresa al recibir un Reply de esta integrante del programa, así como un Retweet días más tarde. Una anécdota que a mi me hizo especial gracia.

La más "graciosa" de las cuatro participantes es Josie Stevens. Lo primero que vemos de ella es cómo se mete en una maleta porque quiere irse de gira con su esposo. La palabra que mejor la define es "Excesiva".

Las escenas en las que ella pasea por el aeropuerto con su look súper explosivo y todo el mundo se la queda mirando y le hacen incluso fotos, es prueba de que estamos ante alguien a quien le gusta dejarse ver. Es tan excéntrica que lleva unos postizos en las uñas de Hello Kitty que le impiden teclear o tocar nada cómodamente, y de quien a juzgar por la decoración en su casa y en ella misma, es muy fan.

Josie está casada con el guitarrista Stevie Stevens. Es la clásica rubia exhuberante de pechos enormes que asociamos con el Hard Rock angelino. Una rubia platino de melena increíble y preciosos ojos azules que ha sido portada de varias revistas, incluída Playboy. Ha sido también modelo de vídeo juegos, tiene su propia línea de ropa y es estilista.

Divertida, alegre y muy sexual, no tiene reparos en mostrarnos cómo se prepara para tener sexo a través de vídeo conferencia con su marido. En el primer programa, lanza dos titulares: "Soy más lista de lo que parezco" y "en la carretera, si no te ocupas tú de mantener a tu marido contento, otra lo hará". Se muestra preocupada por las groupies y por lo que su esposo haga mientras esté de gira. ¡Promete!

Pero en este primer episodio, además de presentarnos a las cuatro "señoras del Rock", hemos tenido una clara protagonista, que aunque parezca mentira, no es Josie. Etty Farrell, nacida en Hong Kong, bailarina profesional y esposa de Perry Farrell, de Jane's Addiction, podría tener "Hiperactiva" como segundo nombre. Madre de dos hijos, trabaja como coreógrafa, es coordinadora de los bailarines que acompañan al espectáculo de su marido y además, le ayuda en la organización del Festival Lollapalooza.

Pero esto no es todo: Etty va a debutar como cantante solista y lo va a hacer en directo frente a miles de personas en este reputado festival. Entonces, sus tres amigas: Josie, AJ y Susan, se desplazarán para darle apoyo moral y aplausos entusiastas durante una actuación breve, mediocre y no destacable en el aspecto musical. La actuación es lo de menos, porque lo realmente importante es un hecho que tiene lugar en la noche previa y las consecuencias posteriores...

Perry Farrell, su esposa y sus amigas, acompañados de otros amigos y conocidos, salen a un Club a tomar algo, donde el marido de nuestra protagonista es el DJ. Etty se ve pronto acosada por un amigo de su marido, quien no tiene ningún reparo en meterle mano y besarla ante las cámaras, y decirle cuánto se siente atraído por ella.

Todo esto ocurre cuando sus amigas ya han abandonado la fiesta, y al día siguiente veremos cómo Etty se lo confiesa a Susan. Primera alianza: Etty-Susan. Me gusta. Me gusta porque Etty es excéntrica y bohemia, y Susan me parece una dulce y seria maravilla a la que el papel de confidente le va que ni pintado.

Pero la reacción más espectacular ante el presunto acoso sexual al que Etty se ve sometida es la de su marido. Perry Farrell cree que su esposa actúa de manera extraña.

¡Joder, qué frase...! ¡Qué grande es Married to Rock! Perdón, sigo...

Perry Farrell sabe que algo no marcha bien y finalmente Etty le confiesa, con algo de miedo, lo que ha ocurrido con su amigo en el club nocturno. Él en un principio parece bastante descolocado, aunque si lo conoces, sabrás que tantos años de excesos pasan factura, y sus reacciones no son todo lo rápidas que desearíamos.

Finalmente, reacciona y le dice a su esposa que entiende a la perfección que es una mujer muy atractiva y que otros hombres quieran violarla. Entiende perfectamente a su amigo, al que defiende y dice: "si mi amigo quiere un poco de amor, dáselo... si quieres a Rob, ten a Rob, pero mantén la boca cerrada". Él se preocupa de que el beso no fuese con lengua (ok, no lo fue, pues adelante).

La cara de espanto de Etty nos dice que ni ella misma sabe si su marido habla en broma o en serio. Yo apuesto por lo segundo, y me alegro de que la bella y dulce Etty se haya librado de su carga y de su preocupación, confiándole a Andrés Pajares... perdón... a Perry Farrell lo que le ocurrió con su amigo. Además, se lleva como premio el saber que si, en futuras ocasiones, le ocurre algo similar con un señor que le resulte más interesante... puede darle, sin miedo, un poquito de amor.

Como episodio de presentación me ha parecido simplemente sensacional. Ya sabemos quién es quién y podemos hacernos una idea de por dónde irán los tiros. Y aunque creo que es muy pronto para hacerse con una favorita, confieso que siento debilidad por Josie por lo divertida y excesiva, y también por Susan McKagan, por ser la esposa de un ex-miembro de Guns N'Roses, por alta, por guapa y por el rollito "cool" que transmite.

Estoy deseando que llegue el segundo episodio. Y aunque evangelizo todo lo que puedo, soy consciente de que el tipo de programa, la temática y la ausencia de subtítulos, echará a muchos para atrás. Yo me lo paso realmente bien con Married to Rock. Así que espero por lo menos que os alegréis por mi felicidad.

Pero, ¿cómo, cuándo y dónde puedes ver Married to Rock?: Twitter es la mejor manera de seguir este reality y de enterarse cuándo puede verse, sus emisiones bailan mucho y no siguen una pauta. Además, el primer episodio presuntamente se emitía el 21 de noviembre, pero dos semanas antes ya estaba disponible. Todo muy caótico, como el show en sí.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Octubre


Recordaré el mes pasado por muchas cosas, sobre todo por los grandes eventos. Tan intenso ha sido, que merecía un post. Un post en este blog que rara vez ha sido un 'diario' y muchas veces ha sido un reflejo de horas delante de la tele. Aunque también ha tenido momentos oscuros, Octubre ha sido un mes de buenas noticias, ilusiones y posibles proyectos que aún están por definirse.

The TV Slayers va asociado a risas y diversión, pero también a muchas otras cosas. No creáis ni por un momento que es sólo un podcast. Es un grupo de amigas, una hermandad, un clan... ¿Una secta? Eso dicen algunos. Nuestros correos no se limitan a la preparación de los guiones, si fuese así, no tendríamos tantos, y aunque la romántica del aquelarre es otra, y parece que la sensiblería no entra en mi campo, tengo que decir que estas chicas se han convertido en piezas clave de mi vida cotidiana.

Nuestra amistad ha cumplido un año. El pasado 18 de octubre hizo un año de la publicación de aquel S01E01: 'Hannah Montana Tiene Huevos'. ¡Y quién nos iba a decir que una chorrada tan grande iba a dar tanto de sí! Aunque nuestra historia no empezó ese día, sino el 24 de septiembre de 2009, día en que Lorena contactó con nosotras y no le costó demasiado ponernos en marcha. De hecho, Lorena me dijo un día una frase que perfectamente podríamos llevar como estandarte: 'Prefiero teneros como amigas que como compañeras de podcast'. Y es que The TV Slayers 'és més que un club'.


El último fin de semana de octubre tuvo lugar la tercera de nuestras reuniones al completo, y tuvo lugar en las JPod 2010, en Barcelona. Espacio para desvirtualizar a muchos, conocer a unos cuantos y reencontrarse con otros pocos. Por miedo a dejarme a alguien, no nombraré a ninguno, y a todos os digo que fue un placer. A pesar de los nervios y la vergüenza (disfraz, entrada, hablar en público...), fue súper divertido hacer nuestro podcast en directo, y una grata sorpresa que hubiese tanta gente dispuesta a dejarse caer por nuestra sala para hacernos compañía y reir un rato con (o de) nosotras. ¡¡Y Lorena se llevó el premio a Mejor Podcaster Femenina!!

El nuestro es un podcast de series, y aunque este post pretende salirse de lo que vienen siendo horas delante de la tele, no puedo negar que las series de televisión son una de mis aficiones principales, y es de ley recordar que en la noche del 13 de octubre acabé de ver una de las series que más me ha costado seguir, sino la que más. Y hablo de The Wire. La que para muchos es 'la serie', con mayúsculas, a mi me costó varios intentos, porque al principio se me hizo pesada y aburrida. Me costó arrancar. Si todos los episodios de The Wire fuesen como los finales de temporada de The Wire, me hubiese gustado mucho más. Ya, y si The Wire tuviese dos ruedas, sería una bicicleta. Pero ya escribí sobre ella en este post.

Retomando el hilo de encuentros y reencuentros, fueron ocho los años que pasaron antes de volverme a encontrar con alguien que tuvo un papel muy importante en mi pasado y en mi "crecimiento personal y profesional" (por decirlo de alguna manera). Hablo del que para mí fue mi primer jefe. Hubieron otros, pero de ninguno de ellos aprendí tanto. Hace cosa de un mes, comiendo con mi amiga Mireia, hablábamos de él. Le dije: 'si algún día me lo encontrase, le diría que aprendí mucho con él, que en multitud de ocasiones me he acordado de él y que yo en esa empresa hice la mili'. Pues el pasado 15 de octubre, en uno de esos encuentros donde menos te lo esperas, pude decírselo. No dejé pasar la oportunidad y me alegro por ello. Me hizo muchísima ilusión volver a hablar con él después de tantos años, y creo que a él también le hizo ilusión encontrarse conmigo.



Ese viernes 15 de octubre fue un día de emociones fuertes: cuando volví al despacho, contenta por ese encuentro, sonriendo y feliz, vi en un link de la revista Popular1 en Twitter que Duff McKagan se subió al escenario con Axl Rose a tocar, entre otras, esa joya que es el You Could Be Mine. Los que llevamos 15 años (o más, me fallan los cálculos) esperando una reunión de Guns N' Roses nos hemos acostumbrado a conformarnos con migajas. Y ese momento del que el mundo entero del Rock se hizo repercusión con una ilusión y una emoción brutal no fue precisamente una migaja, fue un rayito de esperanza y un chute de adrenalina.

A mi esa adrenalina me vino muy bien porque ese fin de semana fue de infarto. Cuando te visita gente de fuera, sabes que no vas a parar en casa. Así que la recarga de pilas del viernes 15 me vino fenomenal para aguantar durante un fin de semana en el que la tele y el descanso brillaron por su ausencia. Fin de semana movido, preludio de la semana que siempre recordaré por ser la semana del concierto de Avenged Sevenfold y Guns N' Roses. El primero de ellos, el miércoles 20 de octubre en el Sant Jordi Club, y el segundo el sábado 23 en el Pavelló Olímpic de Badalona.



No soy buena escribiendo crónicas, no es lo mío. Voy a un concierto, me entrego y enloquezco, y luego me cuesta recordar hasta el orden de las canciones. Pero sí puedo destacar alguna cosa de los dos grandes shows que tuve la suerte de ver este mes: del de Avenged Sevenfold diré que me sorprendieron gratamente las aptitudes vocales de M. Shadows en vivo, además del sonido potente y compacto de la banda en general; como punto negativo, la duración del concierto, y como bonus extra: el desvirtualizar a Gorka (calamar en Twitter) y el disfrutar de la compañía de Eva (evika en Twitter). Quien diga que el Twitter no mola, miente o no ha tenido la suerte de encontrar a gente tan guay como la que yo he encontrado.

Del show de Guns N' Roses, decir también que fue una grata sorpresa en varios aspectos. Primero, la puntualidad. Si en el resto de la gira, Mr. Axl Rose estuvo haciendo padecer al público con retrasos que en ocasiones alcanzaron las 2 horas, en Barcelona apareció en escena a las 22.15h (una hora y cuarto después de que se despidiese el telonero, Mr. Sebastian Bach). Bach nos regaló un show lleno de antiguos temas de Skid Row que me transportaron de golpe a 1995 (año en que los vi en lo que entonces llamábamos Sala Zeleste), y no cantó en directo tan mal como yo recordaba.


Axl Rose por su parte está más en forma de lo que yo esperaba, y la banda que le acompaña interpretó a la perfección su papel. Incluso en momentos, DJ Ashba le robó protagonismo a Rose, saltando por las gradas más cercanas al escenario e interactuando con el público. Es difícil destacar un sólo momento de ese concierto, ya que cuando estás escuchando en vivo temas que han sido banda sonora en los últimos 20 años de tu vida, todo te parece espectacular. Pero quizá yo me quede con el subidón de adrenalina sin parangón que sentí cuando empezó el Welcome to the Jungle, con la locura bailonga de Nightrain, y con la emotividad de Don't Cry. Pedacitos de la historia reciente del Rock y piezas imprescindibles para los headbangers de mi generación.

Entre salidas, entradas, visitas, familia, amigos, conciertos, etc... la sensación que me deja Octubre es que ha sido un mes de 90 días, pero al mismo tiempo, ha pasado volando. El balance es positivo y las buenas vibraciones recogidas, a pesar del cansancio, me vienen fenomenal para encarar un Noviembre que no ha empezado con buen pie. Pero eso ya no corresponde a este post.