lunes, 25 de octubre de 2010

The Wire: Misión cumplida (Sin Spoilers)


El pasado 13 de octubre terminé por fin con una de las series que más difíciles se me han hecho: The Wire. Muchos fueron los intentos infructuosos de pasar de la mitad de su primera temporada, pero finalmente este verano lo conseguí y aunque a un ritmo pausado, como el que tiene la serie de por sí, terminé de ver las cinco temporadas, quedándome al final una sensación bastante satisfactoria.

Quizá mi temporada favorita, y esto parece contradictorio a juzgar por las veces que se me atragantó, fue la primera, seguida muy de cerca por la cuarta. Publiqué una entrada sobre la primera temporada, en la que comparé a la serie con una novela, por su lentitud y multitud de detalles. Precisamente esta lentitud es el principal fallo que le encuentro a la serie, y precisamente por eso me costó tanto avanzar. Todas las temporadas siguen un esquema parecido en ese aspecto: los primeros episodios avanzan con una calma en ocasiones enervante, para luego hacer un sprint en los finales de temporada, que invariablemente son emocionantes, trepidantes y muy muy adictivos.

La primera temporada se centra en el tráfico de drogas en las calles del distrito oeste de Baltimore, ciudad donde está ambientada la serie. Conocemos a los policías y a los traficantes, y todos seguirán presentes en las cuatro temporadas restantes, alternando su protagonismo con otros temas. Por ejemplo, la segunda temporada se centra en el puerto de la ciudad, el contrabando, los sindicatos; y la tercera, en luchas políticas por el control de la ciudad. Quizá estas sean las dos temporadas que menos me gustaron, aunque insisto en que tanto el final de la segunda, como el de la tercera temporada, me hicieron olvidar todo el aburrimiento puntual que había sentido en episodios anteriores.

La cuarta temporada fue para mi la más dura y la más emotiva. Se centra en la juventud de los bajos fondos de Baltimore. Conocemos a los descendientes de los traficantes de la primera temporada, que no han desaparecido de escena, pero que perdieron algo de protagonismo, sobre todo en la segunda temporada. Vemos cómo los chavales viven unas vidas duras, cómo pierden la inocencia en la calle, cómo se enfrentan a un futuro que parece que ya les ha sido asignado al nacer, por sus padres, por sus vecinos del barrio, por el resto de sus amigos... Es muy interesante ver cómo los profesores, trabajadores sociales y algunos policías, luchan de manera altruista por darles a estos chavales la oportunidad de un futuro mejor. La cuarta temporada es además característica por cómo el personaje principal de la serie: Jimmy McNulty desaparece de escena casi por completo, y es también la temporada en la que decidí que mi personaje favorito de la serie era el policía Ellis Carver, en dura pugna con Lester Freamon y el mismo McNulty.

La última temporada es la temporada de la prensa, y quizá porque yo ya sabía a lo que me enfrentaba o quizá porque ya estaba pensada así, rezuma sensación de final por los cuatro costados. Sentí que se cerraban muchas cosas y que al mismo tiempo, se dejaban abiertos muchos frentes, porque así es la vida... y la vida continúa para los personajes, aunque nosotros ya no sigamos como testigos. Me gustó el final, y me gustó precisamente porque te deja con esa sensación de: 'la vida sigue igual' tan real. The Wire es, en definitiva, una de las series que más me ha transmitido realismo, aunque nunca haya puesto los pies en Baltimore, ni haya vendido drogas en una esquina. Pero me los he creído, a todos y cada uno de sus personajes.

Así que si alguien está leyendo esto y se encuentra como yo estuve, dudando a principios de la primera temporada, un poco aburrido quizá, y a punto de abandonarla, ¡no lo hagáis! Llegad al final de la temporada y haceros a la idea de que The Wire es así, pausada, llena de detalles, de silencios y de estatismo en sus primeros tramos de temporada y rápida, emocionante y agitada cuando se acercan al final. Sus personajes están tan bien trabajados y desarollados que a veces te da la sensación que estás viendo 'la vida de...', y supongo que para conseguir que sintamos eso necesitan tomarse su tiempo y contarnos con total tranquilidad de dónde vienen, hacia dónde van, y qué han encontrado por el camino.



Mi veredicto final es que no comparto el fanatismo de muchos, ni considero The Wire como 'la serie'. Pero al mismo tiempo, me llevo la sensación de haber visto una 'buena serie' y algo importante. Y cuando acabas de ver una serie y la primera idea que te viene a la cabeza es: 'La quiero volver a ver desde el principio, sabiendo lo que sé', no es para nada mala señal.

viernes, 1 de octubre de 2010

Descartes necesarios

Afortunadamente para mi salud mental y física, no me han gustado todos los pilotos que he visto... aquí están mis descartes y aquí se termina el repaso a este inicio de temporada que empecé hablando de la primera impresión que tuve de Terriers:


Him&Her: serie británica que nos muestra a una pareja de novios metida todo el día en su habitación roñosa de su piso roñoso, comiendo comida roñosa y teniendo sexo. Soez hasta decir basta, exageradamente escatológica y, perdonad que os diga, irreal. ¡O eso espero! ¿Pretenden decirnos que esto es la 'realidad'? Pues yo soy una princesa y la cigüeña se equivocó conmigo, porque ir al baño y dejar la puerta abierta, no tirar de la cadena, hurgar en la nariz de tu novio (y comerte a continuación una patata frita usando esa mano, atención), y mantener sexo sin un mínimo de higiene, no forma parte de la realidad, ni de lo que yo entiendo como vivir en pareja ni de nada. Vamos, una guarrería de serie con todas las letras. Dos episodios vistos y me parece demasiado.


Better with you: un auténtico horror casposo con las risas enlatadas más odiosas que recuerdo. ¿El típico tema tan manido de las relaciones de pareja que llevan poco tiempo, más tiempo, o muchísimo tiempo? ¿En serio? Qué original. Y no, señores, no hace gracia nada de lo que están diciendo, esas risas enlatadas no pegan. Me pareció muy patética y tuve tentaciones de quitar el episodio cuando estaba a la mitad, pero en lugar de eso, llamé a mi abuela por teléfono y lo dejé de fondo.


Chase: no tengo tantas quejas de esta serie en comparación con las dos anteriores. Pero no me interesa seguir los pasos de esta Marshall de Texas que lleva en el equipaje la mala vida que presuntamente le dio su padre. Entre los que acompañan a la protagonista, me hizo gracia ver a Sucre de Prison Break y al jardinero de Mujeres Desesperadas que se lía con Gabrielle Solís (aunque teñido de moreno, ¡¿por qué?!). Del resto del episodio, poca cosa me hizo gracia y me resultó bastante aburrido. Tanto, que me quedé frita durante unos minutos.


The Defenders: a veces es un alivio que una serie te guste tan poco. Las Vegas, dos abogados listillos, Jerry O'Connell y James Belushi, un remake, un procedimental legal y, Nathalie Zea. Pones todo esto en una coctelera y como resultado te da que he terminado el piloto porque soy voluntariosa, buena persona y porque me estaba arreglando mientras las uñas. Que si no, ni eso. Una menos.


Undercovers: Si con The Defenders lo tuve fácil, con esta ni os cuento. Ni siquiera me he tomado la molestia, porque no me gustan ni las fotos promocionales. Esperaré a leer la opinión de otros comentaristas de series en sus blogs, y quizá más adelante le dé una oportunidad... quizá no.


The Whole Truth: otra de abogados. Aunque la idea es chula, no me apetece seguirla. La primera razón que me viene a la cabeza para descartarla es: si ya tengo The Good Wife, ¿para qué quiero esta? Y la segunda, que yo no comparto la simpatía por Maura Tierney que adivino por lo que leo en varios tweets y blogs. No es que le tenga manía, pero no soy fan, y el hecho de que esté siempre poniendo morritos no me entusiasma tampoco.


Shit, my Dad Says: un señor que nos recuerda a Danny Crane se ha jubilado y hace comentarios políticamente incorrectos que a su hijo le parecen graciosísimos. Sinceramente, aquí todos tenemos un padre o un abuelo que son máquinas de hacernos reír con sus críticas, comentarios y teorías sobre lo divino y lo humano. Sorprende mucho su estética súper antigua, parece que la serie tiene 20 años. Y de nuevo, nos obligan a soportar las risas enlatadas a todo trapo. Si la serie me gusta y me hace gracia, las risas pueden llegar a pasar desapercibidas o, incluso, puede ocurrir que mis carcajadas no me dejen oirlas. Pero no ha sido el caso. Además, creo que en esta serie van a abundar las referencias a políticos, periodistas y personajes de la vida pública estadounidense que no conozco (y que me parecen de lo más normal), y me voy a perder muchas bromas por esta razón.

Lo mejor de Shit, my Dad Says fue ver a continuación el fantástico primer episodio de la segunda temporada de Community, en el que se hacía clara alusión a esta nueva comedia con la cuenta de Twitter: 'Oldwhitemansays'. ¡¡Brillante!!

También he descartado algunas de las que en un principio me hicieron dudar, como es el caso de The Event, a la que considero el nuevo bodrio tipo Flash Forward y que con su segundo episodio me confirmó que es el despropósito que se adivinaba con el piloto, y Hawaii Five-O, porque una vez has visto a O'Loughlin salir del agua a lo Chica Bond, no hace falta quedarse a esperar nada más. En la cuerda floja está Running Wilde, y no tardaré en tomar una decisión al respecto.