viernes, 27 de mayo de 2011

Exámenes Finales 2011 (2a parte) - Raising Hope, The Vampire Diaries, The Good Wife

¡Para no ser devota de las comedias, veo unas cuantas! Aunque, sinceramente, no tengo muchos argumentos para defender Raising Hope, ni tampoco creo que sean necesarios, al ser una de esas comedias facilonas sin la que podríamos vivir perfectamente y olvidaríamos en dos días. El principal aliciente que he tenido para verla es la misma Hope, ese bebé tan lindo, que pone esas carillas... es que es difícil resistirse. Además, está la Plimpton, que es garantía de éxito, y Maw Maw, la abuela con demencia senil, tan tierna y a la vez disparatada.

Pero aunque la serie no sea para tirar cohetes, el capítulo final de temporada me gustó especialmente. Ese flashback que nos hace retroceder 5 años, con Jimmy convertido en un... ¿gótico?... en fin, a saber; con Sabrina secretamente enamorada de Jimmy, sin saber que era Jimmy... También supimos por ejemplo por qué a la del diente negro se le puso el diente negro y otras curiosidades que hicieron de este final de temporada algo bastante especial para una serie, en principio, poco especial.

Para series especiales ya tenemos The Vampire Diaries. No dejan de sorprenderme. Cuando parece que la segunda temporada está decayendo un poco, se inventan una raza híbrida, nuevos lazos familiares entre nuevos personajes, y sobre todo, muertes y más muertes. Porque en The Vampire Diaries no puedes encariñarte demasiado con nadie, ya lo aprendimos en la primera temporada. Y hablando de personajes, destacar a Caroline, que ha brillado con luz propia, y ha estado maravillosa, todo lo contrario que Bonnie, la bruja que cada día sobra más.

¿Ha sido esta temporada igual o mejor que la primera? Juraría que no, pero las circunstancias (maratón trepidante) tampoco han sido las mismas. Y me temo que me equivoqué: The Vampire Diaries, como muchas otras, es una serie para ver de manera glotona y compulsiva.

Además, le recrimino que haya perdido un poco el aire de "culebrón" que percibí en la anterior temporada y he de decir también que no me gustó la season finale. Realmente, me reí bastante y no creo que esa fuese precisamente la intención. Del mismo modo que llorar con The Office no es lo normal, reirse a carcajada limpia con The Vampire Diaries tampoco lo ha de ser, sobre todo si lo haces por culpa de unas interpretaciones que dan vergüenza ajena. No, nadie ha dicho nunca que Ian Somerhalder sea un actor excepcional, pero es que en este final de temporada ha sacado a pasear a todas sus muecas, tics y demás aspavientos. La risa.

Pero este hecho, al que ya estamos acostumbrados, no fue lo único que me falló. La principal razón es que no creo que haya nada que destacar, nada digno de recordar. Con el bagaje que nos han dado 40 y tantos episodios, no nos pretenderán emocionar con unos besitos de nada y cuatro palabras dulces. ¡Esperamos mucho más de Damon Salvatore! Yo por lo menos espero que arranque corazones y desgarre yugulares, que para eso hemos venido.

¡Qué tiempos aquellos!: Aquí están los dos macro posts que escribí sobre la primera temporada de The Vampire Diaries, hace más o menos un año - Primera Parte y Segunda Parte.

Y por último, la reverencia obligada ante la majestuosa The Good Wife. Aunque no soy de las que se rasgan las vestiduras cantando sus excelencias en Twitter, comparto todo lo bueno que de ella se dice. The Good Wife es fina, elegante, discreta, y así es como creo que han de ser sus elogios. Su sobriedad invita a la contención, al susurro en oído ajeno recomendando que no deben perderse esta serie que gusta por igual a madres, hijas y abuelas.

Y es que, chicos, a vosotros también os gustará mucho The Good Wife, pero no es ningún secreto que las mujeres podemos sacarle más jugo, sentir más empatía (¡vosotros no podéis sentir lo mismo que nosotras viendo cómo Alicia le para los pies a su suegra!) y emocionarnos más con mucho de lo que esta serie cuenta e incluso, con lo que deja de contar y sólo insinúa. Sutil, sobria, elegante, maravillosa... y con una tercera temporada que promete.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Lágrimas en la oficina

Aunque a veces siento el impulso de escribir posts de corte más personal, como los de Perlita de Huelga o los de las chicas de Quédate a Dormir, dos de los primeros blogs que empecé a seguir allá por 2006 ó 2007, este blog es lo que es y los posts personales dejaron paso al ocio hace mucho tiempo ya, y las aventurillas sobre mi vida siempre van de la mano de un libro, una serie o un grupo musical.

Así pues, este post no va sobre mi trabajo, ni sobre la actual situación que todos conocemos, por mucho que el título pueda llevar a pensar lo contrario. Este post va sobre la marcha de Michael Scott de The Office, un tema que está ya muy trillado, lo sé, pero que yo no puedo pasar por alto.

Pese a lo que haya dicho en el podcast de The TV Slayers sobre mi reticencia a seguir con la serie debido a la ausencia de Steve Carell, aún albergaba mis dudas. ¿Qué pasa si el sustituto me encanta, simplemente? ¿Qué pasa si paso por alto su marcha y continúo viendo la serie por el resto de personajes? Anoche, estas dudas se disiparon.

Aún no he terminado de ver la séptima temporada, pese a que la semana pasada se emitió la season finale. Acumulo episodios de The Office para ver en tandas de tres, cuatro y hasta cinco. Anoche vi la despedida de Michael Scott. No fue agradable, me lo tomé peor de lo que esperaba.

Se supone que con The Office no se llora.


[Aquí, unos de los muchos vídeos homenaje a Michael Scott que hay en Youtube].

lunes, 23 de mayo de 2011

Exámenes Finales 2011 (1a parte) - Blue Bloods, Community, Fringe

Como hice el año pasado, voy a dar un repaso a los finales de temporada de algunas de las series que sigo. Si bien entonces el primero de estos posts fue sobre Fringe, Community y Bones, este año Bones se ha caído del cartel y ocupa su lugar Blue Bloods, una de las nuevas.

Siempre me quejo de que hay muchas series de policías, muchas series de abogados, que son poco originales... Pero luego me las trago igual. Blue Bloods ha llenado el vacío de "series en las que la familia se sienta a la mesa como si cada domingo fuese Navidad", ese vacío que dejó Brothers & Sisters y mi fallido y fugaz acercamiento a Parenthood.

Y me gustan esas reuniones alrededor de la mesa, en la que policías de una misma familia y de diferentes generaciones, ponen en común sus puntos de vista. Es uno de los puntos fuertes de la serie, junto a Tom Selleck y... Donnie Wahlberg. ¿Sabéis que los New Kids on the Block están de gira este verano? Pues ya lo sabéis.

El chaval (que ya no lo es tanto) me ha sorprendido para bien con su papel de detective durillo y entregado marido y padre de familia. Si tuviese que sacarle un "pero" a Blue Bloods sería la trama poco explotada de los Blue Templar, pero la veteranía es un grado y series como The Mentalist nos han servido para que nos acostumbremos a que la presunta "trama central" de la serie sólo sea vista al principio y al final, con algún breve destello en algún punto intermedio.

Community: Aunque ha tenido episodios brillantes, me ha hecho reir bastante y hay personajes, como Annie, que han brillado con luz propia y se han revelado como una maravillosa sorpresa, la serie no me ha gustado tanto como en su primera temporada. Tengo más sensaciones que razones bailando en la cabeza. Pero en definitiva lo que ha ocurrido es que Community no me ha hecho reir como lo hizo el año pasado, y no hay que darle más vueltas.

El revuelo que Community causa en Twitter con todos y cada uno de sus capítulos es asombroso, y es agradable ver lo bien que tantísima gente se lo pasa gracias a esos 20 minutos de risas. Algunas veces he coincidido con ellos, pero otras muchas, no. Reconozco también que no soy un público fácil para las comedias. ¡Qué le vamos a hacer!

Y para terminar esta primera valoración (muy por encima) de la temporada: Fringe. Una de mis series favoritas, que como es sano y natural, me provoca sentimientos encontrados. El actor John Noble no sólo se mantiene como uno de los puntos fuertes de la serie, sino que su personaje de Walter Bishop no deja de emocionarme. Podría asegurar sin miedo que es uno de mis personajes favoritos de la televisión actual, al que le he cogido muchísimo cariño. En el otro plato de la balanza, y siguiendo con los actores y actrices de la serie, está Olivia "poseída" y fingiendo la voz de William Bell. Algo que intento olvidar y que dio lugar a merecidas bromas y chascarrillos sobre ventrílocuos casposos españoles.

El pensamiento recurrente que no me deja en paz al respecto de que Fringe debería ser una serie de 13 episodios por temporada, viene por la sensación de bache tras los excelentes primeros capítulos, solucionada con un final apoteósico que resumí en este tweet de la manera que me salió en ese momento, justo cuando terminé de ver el episodio:


Pero muchos de los episodios que cayeron mientras tanto no me parecieron otra cosa que "relleno", esa expresión que tanto usamos por estos círculos y que tanta controversia causa. No me quejo de episodios procedimentales, sino de episodios que me dejan fría y que me aburren. Y que gracias a otros episodios excelentes, procedimentales o no, quedan perdonados y olvidados.

Tendremos cuarta temporada de Fringe, pero yo me pregunto: ¿A qué precio? ¿Me llevaré una decepción como con la última temporada de Lost? Cuando Fringe cierre el chiringuito os lo diré, pero por el momento, me quedo con una muy buena sensación con la season finale. ¿Fue tan impactante y emocionante como lo fue la season finale de la primera temporada? Para mi gusto no, pero sí que me ha parecido mucho mejor que el final de la segunda.

Me apetece ver cómo se las ingenian y qué nos explican en los próximos episodios, y espero que no opten por desenredar la madeja de cualquier manera. Pero no adelantaremos acontecimientos. Queda mucho para septiembre.

martes, 10 de mayo de 2011

Los Juegos del Hambre: Material Adictivo.


Cuando quieres recomendar un libro pero no puedes explicar casi nada porque cualquier cosa que digas puede ser utilizado en tu contra en forma de ¡Spoiler!, es buena señal. La cosa promete, y con Los Juegos del Hambre, la promesa es de acción, tensión, algo de miedo, una empatía brutal con el personaje central y sobre todo, de convertirse irremediablemente en un adicto.

Una noche de insomnio y 100 páginas por delante para acabar este primer volumen de la trilogía de Suzanne Collins, ayudaron a que anoche liquidase esta primera novela que me ha durado tan sólo 4 días. Y eso que lo he estado combinando con Ecos del Pasado, de mi querida Diana Gabaldon... pero es que, una vez que tocas Los Juegos del Hambre, te intoxicas.

Los Juegos del Hambre es lo que llaman por ahí “novela juvenil de ciencia ficción”, por lo que su lectura no es complicada. La velocidad con la que puedes viajar a través de las líneas, si eres lector habituado, es mayor que con otros libros. El ritmo no es que sea ágil, es que es trepidante. Collins no se entretiene en descripciones extensas ni en explicarte antecedentes de forma gratuita. Sabrás sólo lo que necesitas saber cuando lo necesites saber.

Una de las características principales es que la narración está en primera persona del singular y en presente de indicativo. El personaje central nos va explicando lo que le va ocurriendo, lo que recuerda y sus pensamientos. Esto garantiza la ya de por sí inevitable empatía con este personaje al que, si sólo pudiese dar un adjetivo, sería sin duda: fuerte.

El contexto en el que se desarrollan sus aventuras es el de un futuro distópico y casi casi post-apocalíptico. El país antes conocido como Estados Unidos es ahora Panem y, después de una época de guerras devastadoras, está controlado por el poderoso gobierno del Capitolio; se trata de una dictadura opresora y violenta que actúa sobre 12 distritos, de los cuales no se puede salir y donde se vive sometido a la pobreza.

El Distrito número 13 fue destruido por el Capitolio como demostración de fuerza, y para conmemorar este hecho y evitar que los ciudadanos olviden que han de mantenerse sumisos y obedientes, cada año el gobierno obliga a dos jóvenes de cada distrito a participar en un juego de supervivencia televisado, salvaje, horrible y cruel.

Y siento que ya he contado demasiado. Cuando te llegan tantas recomendaciones, tienes que aprender a hacer oídos sordos porque no se puede abarcar todo. En este caso, me alegro de haber prestado atención a Montse y a Pilar y leer esta novela de la que todo el mundo habla.

La razón de todo este escándalo y de que se haya puesto tan de moda es su próxima adaptación cinematográfica. Sea cual sea el motivo, yo os recomiendo esta primera entrega de la trilogía “Distritos” y espero que los siguientes dos volúmenes sean igual de emocionantes y adictivos.

martes, 3 de mayo de 2011

Bon Jovi: La iniciación

Dedicado a Patricia Hortas. La vida siempre nos da una de cal y una de arena, mi querida amiga.

30 de abril de 1993.
Bon Jovi presenta su disco Keep the Faith en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Dos jovencitas de 13 y 14 años, acompañadas por sus madres, se asan al sol desde primera hora de la tarde. ¿Para qué? Para nada, porque verán el concierto desde la grada. Pero la inexperiencia y la impaciencia son muy poderosas.

Mi historia con el grupo de New Jersey se remonta a varios años atrás. Corría 1987 cuando llegó a mis manos el single, en vinilo, de You Give Love a Bad Name (mi padre se lo regaló años después a un amigo, qué simpático). Con tan sólo 8 años, disfrutaba haciendo headbanging con una larguísima y lisa melena castaña que fue cortada, como era tradición, un par de años después, tras hacer la Comunión.

Por aquel entonces, unos suecos muy rubios y con el cabello muy cardado, habían cedido los derechos de uno de sus temas a un partido político español: Alianza Popular. Se trataba de The Final Countdown, el himno de Europe, otro de los grupos que pusieron la banda sonora a esos años de mi infancia.

Pero entre Europe y Bon Jovi siempre lo tuve claro, aun sin tener necesidad de elegir. Y con esa edad, estaba convencida de que algún día Jon Bon Jovi sería mi novio. Él me lanzaba miradas cómplices desde los pósters de la Super Pop. Parecía que estábamos de acuerdo.

Y este amor platónico perduró, con sus altibajos y con su etapa de indiferencia, interrumpida por el lanzamiento de Blaze of Glory, disco en solitario que Jon Bon Jovi sacó en 1990, para la banda sonora de la película de Emilio Estévez “Arma Joven” (Young Guns).

Algo estaba a punto de ocurrir, y de hecho ocurrió: Jon Bon Jovi dijo adiós al pelo largo y el mundo dijo hola, de forma masiva, al Keep the Faith. No sé cómo ese CD ha sobrevivido. El libreto de su interior está en buen estado, pero al tacto se nota perfectamente su desgaste.

Además, aproveché para volver a comprar toda la discografía anterior en CD, ya que algunas cosas las tenía en cassette, otras en vinilo y otras ni las tenía. Los escuché todos una y otra vez, aprendí inglés traduciendo sus letras, memoricé todos los vídeo clips, vi el vídeo de gira Access All Areas más veces de lo que puede ser considerado saludable... Además, me di el gusto de contagiar a amigos, conocidos y familiares. Como si evangelizase con la Palabra del Señor. Eran mi banda favorita y adoraba todas y cada una de sus canciones.

Me es imposible recordar cuáles eran mis temas preferidos, porque seguro que estos iban variando, depende del momento. Pero sí que recuerdo que siempre he tenido debilidad por el disco New Jersey, el azul, el de 1988. Y no recuerdo ya por qué.

Lo que sí recuerdo es que mis labores de investigación sobre quién era ese otro músico que aparecía con ellos en el escenario en un determinado momento, o sobre quién era ese otro que posaba con ellos en una determinada foto, me convirtieron en una exploradora, espeleóloga y casi arqueóloga, que nunca tenía suficiente y que tenía más necesidad de bandas de Rock que de comida, de amigos o de lo que fuese.

Aquel 30 de abril de 1993 asistí a mi primer concierto grande de Rock, de los muchos que siguieron. Hace poco se cumplieron 18 años. Le precedieron otros menos importantes, en fiestas de pueblo y con bandas más modestas, y también un concierto del que hay gente que piensa que me avergüenzo y no es así: las amigas de mi padre me llevaron a La Monumental a ver a Mecano.

Pero obviamente, ninguno de esos grupos significaron nunca nada en mi vida, mientras que Bon Jovi fue la primera banda a la que me dediqué en cuerpo y alma. Fueron mi rito de iniciación.

Por eso, a pesar de todo, siempre les recordaré con cariño. Aunque posteriormente careciesen de la fuerza que yo buscaba, y aunque la actitud que encontré en otros grupos fuese mucho más atractiva que la que ellos hubiesen tenido nunca.

Así pues, voluntaria o involuntariamente, Bon Jovi quedaron en el fondo del cajón, cediéndoles el puesto a Mötley Crüe, Skid Row, Guns n’ Roses, Aerosmith y otros grupos que fueron llegando para quedarse.

Todos ellos llegaron además en una época de cambios convulsos y profundos que implicaban, no sólo la explosión de mi adolescencia, sino la desaparición de la vida tal y como yo la conocía. La separación de mis padres redibujó mi geografía, no sólo emocional sino también física, por culpa del cambio de residencia, desde Barcelona a un pueblo del interior de Girona. En este contexto, encontré refugio en el Rock, descubrí lo que era el Heavy Metal, y mis células lo asimilaron como si de oxígeno se tratase.

Pero Bon Jovi no desapareció del todo en esta vorágine de descubrimientos, de cambios de vestuario, de peinados, y de una manera determinada de vivir y entender la vida... En 1995 todavía los vi una vez más en el Estadi Olímpic, en un gran concierto junto a Ugly Kid Joe, Pretenders y Van Halen. Guardo buenos recuerdos de ese día, del que me llevé además una nueva adquisición a casa (nueva para mi): Van Halen. Los grupos por descubrir no se acababan nunca y eso, para una adolescente hambrienta de novedades y experiencias, era maravilloso.

Bon Jovi reaparecieron en mi vida a principios del nuevo siglo, pero yo ya no me compraba sus discos, ni buscaba sus vídeo clips en la tele, ni compraba revistas porque ellos apareciesen en portada. Aún así, no pude perderme un concierto al aire libre en Les Fonts de Montjuïc, que fue espectacular, y otro show en el Sant Jordi que merecería capítulo aparte, ya que tuve la oportunidad de disfrutar de algunos temas desde el escenario y de estrechar la mano de aquel que tenía que ser mi novio y no lo fue.

Fue una experiencia loca, divertida y que nunca olvidaré, que sirvió como broche de oro a mi relación con una banda que para mi han dejado de existir. Jon Bon Jovi, Richie Sambora, Alec John Such, David Bryan y Tico Torres me abrieron las puertas del Paraíso, y por eso, les he rendido este pequeño homenaje.


[Aquí, el vídeo clip de la primera canción de Bon Jovi que escuché]

lunes, 2 de mayo de 2011

Detroit: Rock City!

No os dejéis engañar por el título: este no es un post sobre Kiss. Pero no puedo evitar la asociación de ideas entre la serie Detroit 1-8-7 y esta gran canción, una de mis favoritas de la banda.


Cuando Detroit 1-8-7 se estrenó en otoño, supe de inmediato que me lo iba a tomar con calma. Aunque no suelo planear cuáles veré en maratones y cuáles semana a semana, tuve la corazonada y efectivamente, me lo tomé con calma, viendo uno o dos capítulos de vez en cuando, para terminar con el gran maratón a partir de la mitad de la temporada. El gran acierto.

Policíaca y procedimental. Ambientada en un Detroit gris y agitado. Centrada en el Departamento de Homicidios de la Policía de dicha ciudad. Con crímenes que van de duros a muy duros. En apariencia, poco original. Pero en cambio, muy bien hecha, con personajes de caracteres interesantes y con una banda sonora para quitarse el sombrero. Motown a tope!

Como en la mayoría de series procedimentales, el principal foco de interés suele estar en lo que pasa con la vida privada de sus protagonistas. Y con esto no quiero decir que los casos no sean interesantes, porque todos y cada uno han tenido su tensión y su emoción. Pero no podemos negar que se agradece el factor “serial” y con un personaje excéntrico y misterioso como Lou Fitch (Michael Imperioli) aún más.

A partir de mitad de temporada, la importancia que tiene su familia, su pasado, y la relación con sus compañeros toma fuerza y, si el personaje ya de por sí es atractivo por sus “rarezas” o excentricidades, ahora toca tomarle cariño, empatizar con él y desear que todo le salga perfecto, que sea feliz, que encuentre el amor y que se cargue a todos los malos. Vamos, queremos que sea el héroe.


Pero Imperioli en solitario no es amo y señor de Detroit 1-8-7, ya que sus compañeros de reparto no se quedan atrás en cuanto a buenos diálogos y buenas interpretaciones. Todos y cada uno de los miembros de esta comisaría merecen ser escuchados con atención, porque ya sea en el ámbito de trabajo o en lo personal, todos tienen algo interesante que decir. Y también es muy interesante las relaciones que tienen entre ellos. En ocasiones, me han roto el corazón, en otros momentos, me han hecho reir mucho... Vamos, que las escenas de comisaría de Detroit 1-8-7, tienen un puntito Gran Hermano... un puntito pequeño y relativo, pero que ahí está.

Pero si un personaje al margen de Fitch merece mis elogios y devoción es su hijo: Bobby, interpretado por Vadim Imperioli, es decir, el hijo de Imperioli también en la realidad. No sólo es un calco de su padre físicamente, sino que mira igual y se mueve igual. Si por si esto fuera poco, hacen que adopte rasgos de la personalidad de Fitch, y tics y manías como la de llamar por teléfono a una persona que tiene a centímetros de distancia. Adorable. Y si Detroit 1-8-7 consigue segunda temporada, que yo espero que sí, espero que el chaval siga teniendo presencia, porque padre e hijo forman un dúo no sólo divertido sino la mar de tierno.


Además, la temporada ha tenido invitados estelares entre los que se reconocen varias caras que hemos visto en Sons of Anarchy, como Tommy Flanagan o en The Wire, por ejemplo. Sin ir más lejos, quien fue Omar Little en aquella serie, aparece en un episodio con una historia desgarradora de asesinatos y amor fraternal.

Entonces, ¿otra serie de policías? Pues como dije en el post sobre su piloto, sí, pero con un aliciente: Michael Imperioli. Y ahora que he visto los 18 capítulos que conforman su primera temporada, puedo decir que hay mucho más por lo que merezca la pena darse un garbeo por Detroit, además de por este pequeño gran actor que dio vida a Christopher Moltisanti en Los Soprano y que pese a no ser muy agraciado, tiene una de las miradas más bonitas de la tele.

[Aquí puedes escuchar Detroit Rock City, de Kiss]