¡Para no ser devota de las comedias, veo unas cuantas! Aunque, sinceramente, no tengo muchos argumentos para defender Raising Hope, ni tampoco creo que sean necesarios, al ser una de esas comedias facilonas sin la que podríamos vivir perfectamente y olvidaríamos en dos días. El principal aliciente que he tenido para verla es la misma Hope, ese bebé tan lindo, que pone esas carillas... es que es difícil resistirse. Además, está la Plimpton, que es garantía de éxito, y Maw Maw, la abuela con demencia senil, tan tierna y a la vez disparatada.
Pero aunque la serie no sea para tirar cohetes, el capítulo final de temporada me gustó especialmente. Ese flashback que nos hace retroceder 5 años, con Jimmy convertido en un... ¿gótico?... en fin, a saber; con Sabrina secretamente enamorada de Jimmy, sin saber que era Jimmy... También supimos por ejemplo por qué a la del diente negro se le puso el diente negro y otras curiosidades que hicieron de este final de temporada algo bastante especial para una serie, en principio, poco especial.
Para series especiales ya tenemos The Vampire Diaries. No dejan de sorprenderme. Cuando parece que la segunda temporada está decayendo un poco, se inventan una raza híbrida, nuevos lazos familiares entre nuevos personajes, y sobre todo, muertes y más muertes. Porque en The Vampire Diaries no puedes encariñarte demasiado con nadie, ya lo aprendimos en la primera temporada. Y hablando de personajes, destacar a Caroline, que ha brillado con luz propia, y ha estado maravillosa, todo lo contrario que Bonnie, la bruja que cada día sobra más.
¿Ha sido esta temporada igual o mejor que la primera? Juraría que no, pero las circunstancias (maratón trepidante) tampoco han sido las mismas. Y me temo que me equivoqué: The Vampire Diaries, como muchas otras, es una serie para ver de manera glotona y compulsiva.
Además, le recrimino que haya perdido un poco el aire de "culebrón" que percibí en la anterior temporada y he de decir también que no me gustó la season finale. Realmente, me reí bastante y no creo que esa fuese precisamente la intención. Del mismo modo que llorar con The Office no es lo normal, reirse a carcajada limpia con The Vampire Diaries tampoco lo ha de ser, sobre todo si lo haces por culpa de unas interpretaciones que dan vergüenza ajena. No, nadie ha dicho nunca que Ian Somerhalder sea un actor excepcional, pero es que en este final de temporada ha sacado a pasear a todas sus muecas, tics y demás aspavientos. La risa.
Pero este hecho, al que ya estamos acostumbrados, no fue lo único que me falló. La principal razón es que no creo que haya nada que destacar, nada digno de recordar. Con el bagaje que nos han dado 40 y tantos episodios, no nos pretenderán emocionar con unos besitos de nada y cuatro palabras dulces. ¡Esperamos mucho más de Damon Salvatore! Yo por lo menos espero que arranque corazones y desgarre yugulares, que para eso hemos venido.
¡Qué tiempos aquellos!: Aquí están los dos macro posts que escribí sobre la primera temporada de The Vampire Diaries, hace más o menos un año - Primera Parte y Segunda Parte.
Y por último, la reverencia obligada ante la majestuosa The Good Wife. Aunque no soy de las que se rasgan las vestiduras cantando sus excelencias en Twitter, comparto todo lo bueno que de ella se dice. The Good Wife es fina, elegante, discreta, y así es como creo que han de ser sus elogios. Su sobriedad invita a la contención, al susurro en oído ajeno recomendando que no deben perderse esta serie que gusta por igual a madres, hijas y abuelas.
Y es que, chicos, a vosotros también os gustará mucho The Good Wife, pero no es ningún secreto que las mujeres podemos sacarle más jugo, sentir más empatía (¡vosotros no podéis sentir lo mismo que nosotras viendo cómo Alicia le para los pies a su suegra!) y emocionarnos más con mucho de lo que esta serie cuenta e incluso, con lo que deja de contar y sólo insinúa. Sutil, sobria, elegante, maravillosa... y con una tercera temporada que promete.