martes, 24 de abril de 2012

Californication: 5a temporada

A mi ritmo, sin prisa pero sin pausa. Sin tener que esperar una semana entera para tomar una dosis de 20 y pocos minutos. En un par o tres de días. Como a mí me gusta. Así he visto la quinta temporada de Californication

Antes de eso, fui leyendo en Twitter lo poco popular que ha sido esta última temporada, lo poco que ha gustado y lo mucho que ha aburrido. Quizá precisamente porque yo me la he visto de un tirón, no me ha parecido que haya estado tan mal. Es lo mismo de siempre, sí. ¿Y qué esperábamos?

La historia de Hank Moody es siempre la misma, porque no puede escapar de sí mismo. La gente no cambia, al contrario, a medida que nos hacemos mayores, nuestros vicios y defectos se acentúan. El personaje de Moody tiene muchos y variados vicios y defectos, y lo mismo le pasa a la serie. Y yo no quiero que cambie. No quiero que Californication, por ejemplo, nos dé 'un final feliz', porque si no, estaríamos hablando de otra serie.

Como novedad: un yerno que es una mala imitación de Hank, recreando así ese topicazo de que las mujeres buscamos en nuestras parejas a nuestro propio padre. A mí el chico no me ha caído bien, pero supongo que esa era la intención. Becca tampoco goza de mis simpatías... a medida que se hace mayor, más irritante es. No ocurre lo mismo con la dulce Karen... que siempre es perfecta, aunque escoja a unos compañeros un tanto 'especiales'. Su marido alcohólico nos ha regalado momentazos. Está muy loco y soy muy fan.

El gran fallo de esta temporada, para mí, ha estado en la música. Se ha pecado de falta de Rock and Roll. Al consistir el trabajo de Hank en una película para un ídolo del rap, los buenos tiempos musicales claramente pasan a mejor vida, o por lo menos, no gozan de gran protagonismo. Tuve que esperar al capítulo 7 para disfrutar de unas pocas referencias rockeras, de la mano de la brillante y magnífica presencia de Drea de Matteo, interpretando a una groupie/stripper malhablada y pechugona.

Anécdotas de backstage sobre Vince Neil y Mötley Crüe, una conversación divina entre ella y Moody sobre el Appetitte for Destruction de Guns n'Roses, y ese pequeño gran homenaje a Whitesnake en tres actos, fueron un regalo y un oasis en el desierto de ese ambiente, el de los raperos multimillonarios, que nada va conmigo y que nada me interesa.



Así que sin duda, este séptimo episodio 'Here I go again' ha sido mi favorito. El título prometía: el de la popular canción de Whitesnake con la que se cierra el capítulo, y con la divina De Matteo bailándola sobre el capó del coche de Hank, emulando a Tawny Kitaen en el vídeo clip de la canción, antes de ir a tomar algo al Rainbow. Sin olvidar, por supuesto, esa season finale en la que Lew Ashby vuelve a la vida, con su inseparable camiseta de Mötley Crüe... ¡Qué emoción! ¡Qué gran momento! ¡Qué gran personaje...!


Conclusión: a la temporada le pongo un Bien, sin más. No le pongo nota alta, tampoco la suspendo. Ya sabíamos que la temporada acabaría mal, ya sabíamos que Hank volvería a cagarla con Karen... ya sabíamos que Charlie continuaría sacándonos crueles carcajadas con sus continuas humillaciones, y ya sabíamos que la pequeña-gran Marcy iba a darnos minutos de gloria. No hay nadie como ella, es mi personaje favorito: divina y deslenguada, sin complejos, súper loca y muy guarra. La mejor.

lunes, 23 de abril de 2012

84, Charing Cross Road (Helene Hanff)

Este es el mejor día del año para rescatar este blog del olvido. Tras unas semanas de completa desgana, hoy siento que es también una buena manera de celebrar la Diada de Sant Jordi (y Día del Libro para todos), volviendo a dejar aquí mi impresión sobre un libro breve pero encantador que he leído esta semana.

Se trata de 84, Charing Cross Road, un libro escrito en 1970 del que nunca había oído hablar hasta que Noe me lo recomendó (de él se han hecho también una película y una serie de televisión). Esta vez Noe acertó, y el libro voló en menos de un día. Tiene unas 100 páginas y es muy ágil y con un vocabulario muy sencillo. En definitiva, es un libro fácil de leer. También es curioso, porque pertenece al género epistolar, algo a lo que no estoy nada acostumbrada. Y sobre todo, es muy bonito. Sin duda 'bonito' es el adjetivo que mejor lo define.

En 1949, la escritora Helene Hanff, de Nueva York, inicia correspondencia con una librería ubicada en el 84, Charing Cross Road de Londres, llamada Marks & Co. En especial, con uno de sus empleados: Frank Doel. La correspondencia, que comienza siendo un mero intercambio de opiniones y encargos literarios, se alarga durante unos 20 años, y natural e irremediablemente, se convierte en una bonita relación de amistad, en la que acaban participando la familia de Frank, sus compañeros en la tienda e incluso alguna que otra vecina de su casa.

A través de las cartas que Helene y sus amigos británicos intercambian, vivimos los años de posguerra en Londres, el racionamiento de alimentos, la dificultad que tienen para conseguir ciertos productos... Se nos permite asomarnos a la cotidianidad de las personas que vivieron en ese país en esa época. Helene se muestra amable y generosa con ellos, además de irónica y un poco ácida en su sentido del humor cuando se trata de Frank.

Esto de recomendar libros es siempre peligroso, pero 84 Charing Cross Road es sin duda uno de los fáciles, uno de esos libros que puedes recomendar a cualquiera, porque además, es corto y para nada complicado de asimilar. No requiere excesiva concentración, pero hay que tener cuidado: puede llegar a ser tan entretenido, que corréis el riesgo de saltaros vuestra estación de tren. Yo estuve a punto.