Conoceréis el refrán “segundas partes nunca fueron buenas”. Pues en las Crónicas del Mago Negro eso no ocurre. Aquí se da el caso contrario, y la segunda parte de la historia, que lleva por título La Aprendiz, es incluso mejor que el primer volumen y, si hablamos de la tercera parte, mejor aún. Pero a eso ya llegaremos.
Si no habéis leído la primera novela de esta trilogía, os recomiendo que no sigáis con el post, aunque podéis leer este.
Si en El Gremio de los Magos la acción transcurría principalmente en las barriadas de Imardin, en esta segunda parte, la acción se centra, por un lado, en la vida en el Gremio y por el otro, en los viajes de Dannyl a otros países, cumpliendo con sus obligaciones de embajador en Elyne.
Sonea ha entrado como aprendiz en la Universidad de Magos y ha de enfrentarse al rechazo de sus compañeros, todos ellos hijos de las Casas, de las familias de clase alta de Kyralia. Es la primera alumna procedente de las barriadas que estudia en la Universidad, y desde el primer momento se ve condenada al ostracismo y a veces, a situaciones de acoso y derribo por parte de un grupo de estudiantes, capitaneados por el odioso Regin.
En La Aprendiz conoceremos a muchos de los profesores de las diferentes disciplinas: alquimia, sanación y habilidades de guerrero y sabremos más del funcionamiento administrativo del Gremio, así como de las intrigas y cotilleos que en él abundan.
En La Aprendiz conoceremos a muchos de los profesores de las diferentes disciplinas: alquimia, sanación y habilidades de guerrero y sabremos más del funcionamiento administrativo del Gremio, así como de las intrigas y cotilleos que en él abundan.
Mientras sus compañeros se dedican a maltratarla, Sonea se prepara para convertirse en una de las magas más poderosas que ha visto el Gremio. Su fuerza innata contribuye a que sus habilidades en seguida destaquen por encima de las del resto de estudiantes. Pero se muestra reacia a usar la violencia contra los demás, aún viéndose atacada. Algo que tendrá que aprender a superar.
Como vimos en el primer volumen, Sonea pasa a ser la protegida de Rothen después de que se ganase este derecho frente a Fergun, el villano de la primera novela. Tutelada por él, vivirá momentos de paz a pesar del acoso de sus compañeros, ya que en él siempre encontrará refugio y protección. Pero la protagonista nunca ha tenido las cosas fáciles, y los tiempos de tranquilidad y felicidad duran poco. Como era de esperar, el fin de la paz de Sonea llegará por culpa de lo que vio y nunca debió ver: el secreto de Akkarin, el Gran Lord, un personaje que se convertirá en el centro de la vida de la aprendiz.
La historia en paralelo de Dannyl en Elyne tiene una relación directa con el descubrimiento de este secreto, aún sin que él mismo lo sepa. Lorlen y Rothen utilizarán a Dannyl para que investigue sobre los estudios que Akkarin llevó a cabo años atrás fuera de Kyralia. Pero Dannyl encontrará en Elyne mucho más que libros antiguos e inscripciones misteriosas: tendrá que hacer frente a su propia sexualidad y urdir un plan para que la estricta moral kyraliana no destruya su carrera ni su reputación.
Si en el primer volumen la parte romántica de la historia era descafeinada y anecdótica, en esta parte no cobra mucho más protagonismo, aunque tanto Dannyl como Sonea se verán envueltos en alguna trama sentimental. En concreto a Sonea se le dará descanso de sus problemas, gracias a un breve escarceo con un personaje cuya presencia en la historia será también muy breve.
Para concluir, es una segunda parte muy recomendable. Una historia fantástica llena de misterios, en la que los secretos y sus descubrimientos desencadenan una serie de acontecimientos que construyen la antesala del trepidante tercer libro, en el que todo lo aprendido por Sonea será puesto en práctica.
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