miércoles, 19 de octubre de 2011

El Gran Lord - Las Crónicas del Mago Negro III (Trudi Canavan)


El Gran Lord es, sin duda, el mejor volumen de la trilogía Crónicas del Mago Negro. Encontramos en él un ritmo mucho más ágil, muchos cambios de escenario, unas relaciones mucho más complejas, y sobre todo, una trama construida a lo largo de los dos libros anteriores, en la que todos los personajes han aportado su granito de arena con historias que en ocasiones parecían independientes, y que ahora confluyen en un desenlace común.

En algunos tramos de la narración la acción se vuelve frenética, haciendo que su lectura nos atrape y nos enganche. Tal ha sido la addición a la novela que, en ocasiones, he tenido que frenarme para no leer más rápido de la cuenta, con esa sensación tan rara y poco placentera que es querer saber más, pero al mismo tiempo, no querer que la historia se acabe.

Al terminar, las sensaciones son bastante contradictorias. Los que hayáis leído este tercer volumen sabréis a qué me refiero: es imposible quedar del todo contentos, ya sea por cómo acaban algunas cosas o porque algunas cosas, simplemente, no se resuelven. Al parecer, la trilogía ha terminado, pero no así la saga. Así que el final, en parte abierto, tiene sentido.

Los que no hayáis leído El Gran Lord, dejad este post aquí. Os invito a volver cuando hayáis terminado las tres novelas, porque a partir de ahora, encontraréis SPOILERS.

Poco queda ya de aquella niña de las barriadas que entró casi por accidente en el Gremio de Magos para aprender a canalizar y a desarrollar su poder. En El Gran Lord, a Sonea la vida le da un giro cuando pasa a ser la favorita del Gran Lord, Akkarin. El líder del Gremio se ocupa de la educación de Sonea y además, hace que se traslade a vivir con él. Sabiendo que la joven ha descubierto su secreto, la mantiene como rehén, aunque pronto vemos que Akkarin tiene un plan y que nada es como en un principio parece ser.

Uno de los mejores momentos de la novela es precisamente cuando el Gran Lord revela todos sus secretos a la aprendiz, cuando le explica la verdadera razón que le impulsó a ejercer la Magia Negra. Sonea se ve obligada entonces a mantener nuevos secretos y no sólo a mantenerlos, sino a tomar la decisión de colaborar con quien en su día fuese su temido y odiado captor. Kyralia se enfrenta a una invasión, a una guerra en la que ellos están en clara desventaja. Así que Sonea aprenderá Magia Negra para proteger su tierra y a sus seres queridos. Pero el Gremio descubrirá a maestro y pupila y los enviará al destierro.

En las barriadas sigue Cery, el gran ausente de La Aprendiz, el viejo amigo de Sonea, quien ha cosechado una buena reputación entre los ladrones, gracias a su colaboración con Akkarin en su misión secreta, tal y como iremos descubriendo. Además de colaborar con el Gran Lord, recibirá por sorpresa la visita de una sachakana misteriosa dispuesta a ayudar a la causa, pero siempre oculta en las sombras, con la que mantiene una relación sexual muy descafeinada y prescindible para mi gusto.

Otro punto álgido de la narración es la reunión entre dos mundos tan distintos: el de los Magos y el de los ladrones de las barriadas, aliados frente a un enemigo común. Sonea, que vive ajena a los acuerdos entre Cery y Akkarin, se llevará una gran sorpresa al regreso de su viaje en el exilio con Akkarin, en el cual ha descubierto que del miedo y del odio ha pasado a amar a su acompañante, quien alberga los mismos sentimientos hacia ella.

No os llevéis a engaño: la sensiblería barata está aquí fuera de lugar. El azúcar que Canavan le echa a la relación romántica entre el Gran Lord y su Aprendiz es escasa. Lo que sienten y lo que hacen al respecto se nos narra con un lenguaje directo aunque en ningún momento soez, libre de cursilerías inútiles, haciendo que en algún punto la temperatura alcance cotas elevadas.

Lo que más me ha gustado en el curso de esta relación romántica es que el lector se va dando cuenta del enamoramiento al mismo tiempo que los personajes, sin grandes aspavientos, de manera totalmente natural. Ah, y las lectoras, seguramente no sólo se den cuenta del enamoramiento de Sonea, sino que ellas mismas también se vayan enamorando de Akkarin al ritmo que lo hace la protagonista. Ahí lo dejo.

Pero volviendo a la acción, y a pesar de este interludio amoroso que se nos regala en este tercer volumen, aquí lo importante es que Kyralia está a punto de ser invadida y que los únicos dos magos que pueden detener al violento y cruel invasor son Akkarin y Sonea. Así que por mucho que sería agradable entregarse al placer, nuestros protagonistas tienen cosas mucho más importantes de las que ocuparse.

Dorrien, el hijo de Rothen, vuelve a escena, así como también lo hace Fergun, aquel villano del primer libro que tan lejos ha quedado; el administrador Lorlen, su ayudante Osen, e incluso Dannyl y su compañero Tayend, tendrán también un importante papel en la defensa del Reino.

La gran batalla que significa el final del libro y de la trilogía nos deja un sabor agridulce pero no por ello inesperado. Los más optimistas quizá querían un “fueron felices para siempre”, pero en realidad, yo nunca esperé que Akkarin y Sonea acabasen juntos (aunque me hubiese encantado). Quizá sí que hubiese deseado un final menos violento y en el que Cery tuviese algo que ver, pero la conclusión sigue remitiéndonos al inicio de la saga: Sonea nunca ha tenido una vida fácil.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánta razón tienes, aún recuerdo cuando lo leí por primera vez, porque lo he releído centenares de veces, y aún ahora al acabarlo sigo teniendo la misma sensación. Yo la defino que es como pegarse unos cuántos cabezazos contra la pared, con el consiguiente aturdimiento durante varios días :)

Vanessa dijo...

¡Hola! Muchas gracias por tu comentario, me alegro de que coincidas.