Barry Fairbrother, concejal en el pequeño pueblo de
Pagford, al sudoeste de Inglaterra, ha muerto de manera inesperada. Deja mujer
e hijos, un equipo femenino de remo al que entrenaba y por supuesto, su cargo
como concejal. Una vacante (imprevista) que despertará la ambición de varios
vecinos: viejos amigos y eternos enemigos del difunto, así como de algún que
otro oportunista. El desfile de miserias humanas, problemas familiares,
antiguas rivalidades y oscuros secretos (bueno, no tan oscuros), está servido.
Los que se creyeron aquello de “una novela de misterio e intriga”,
que se olviden, y los que leyeron en algún sitio eso de “historia provocadora y
dura”, que no se hagan tampoco demasiadas ilusiones. Obviamente, no es Harry
Potter y es innegable que Rowling escribe sobre sexo, drogas y pobreza de una
manera clara y directa, pero yo no diría que es provocadora, y de misterio e
intriga no tiene nada. Se acerca más a un retrato costumbrista que a otra cosa.
En algún momento incluso me ha recordado a aquella serie australiana de los 80:
Neighbours.
Una vacante imprevista empieza con una muerte y con la
aparición de una marabunta de personajes cuya presentación se hace bastante tediosa.
Durante los primeros episodios te da la sensación de que no está pasando nada,
de que los vínculos entre las personas que te va presentando son demasiado
flojos. Pero una vez tienes claro cuáles son los que te caen simpáticos y a
cuáles no soportas, empiezas a interesarte por lo que les ocurre. Aunque tengo
que reconocer que sus vidas no son excesivamente interesantes y que no les sucede
nada excepcional que merezca ser contado, mucho menos en un tocho de 600
páginas.
Conclusión: no es ninguna maravilla, pero se deja leer.
¿Lo recomiendo? ¿Por qué no? Es una historia de vidas cruzadas, que sucede en
un período de tiempo corto y en un pueblo pequeño e imaginario. Sin más. Su fortaleza
la encuentras en sus personajes, en que te interesen más o menos, y mal escrito
no está.
Nota: 3/5
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