Otra de las series de este verano, a
la que dediqué unos días a finales de julio, fue Upstairs Downstairs, que
en esta segunda temporada ha vuelto a maravillarme con su deliciosa mezcla
entre culebrón elegante y serie histórica. El período retratado ha sido el de
los meses anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial, y la BBC nunca
decepciona a la hora de contarnos la historia de su país.
Para mí siempre será A Dalt i A Baix,
que es el título que llevaba cuando se emitía en TV3. Eran los años 80 y
recuerdo que mi madre seguía la serie y yo, de vez en cuando. Son
esos recuerdos borrosos de la infancia, que están ahí, que tienen sabor, olor,
pero a veces no necesariamente imagen.
Ahora, más de 20 años después, A Dalt
i A Baix se ha convertido en Upstairs Downstairs y sigue teniendo un olor
característico, relajante, como de lavanda. Y un sabor delicioso a té con
pastitas. Upstairs Downstairs, en esta segunda etapa de su vida, que
espero que no se limite a las dos temporadas que lleva emitidas, sigue siendo
una serie bonita, pausada, llena de hechos y curiosidades históricas, y con
unos personajes adorables.
La serie se centra en la familia
Holland, formada por Sir Hallam y Lady Agnes, que en esta segunda temporada son
ya padres de dos hijos. Conviven con más miembros de la familia, como es el
caso de Blanche, la tía de Hallam, una mujer extremadamente interesante (e interpretada por la River Song de Doctor Who) que
trabaja en el British Museum, que ejerce una labor encomiable rescatando a niños judíos de Berlín y que traerá el escándalo a la casa por sus
tendencias sexuales. Aunque el verdadero escándalo y los verdaderos problemas
llegan de la mano de Persephone, la hermana de Agnes, que al principio de la
temporada se encuentra en Berlín, manteniendo una aventura con un hombre casado
del partido Nazi.
En el piso de abajo tenemos al ya conocido
servicio, al que se les unirá Beryl, una nueva niñera que traerá aires nuevos a
la casa y sobre todo, mejoras en las condiciones laborales. Tras el ingreso en
un sanatorio de Rose Buck, el ama de llaves (interpretada por la actriz que ya
aparecía en la vieja etapa de la serie, en el papel de doncella), el señor
Pritchard lleva la batuta entre el servicio, aunque sus divertidos choques con la cocinera
y con el secretario de Lady Maud (la difunta madre de Sir Hallam), son un
continuo a lo largo de la serie.
A los personajes fijos se les unen
algunos personajes históricos, como por ejemplo, el Duque de Kent, que
ya apareció también en la primera temporada, y la familia Kennedy, que en esta segunda tienen presencia en un episodio en el que el mismísimo JFK
vive un momento bastante tierno y al mismo tiempo cómico con la cocinera del
165 de Eaton Place, Mrs. Thackeray.
Tengo ganas de rescatar la etapa
antigua de la serie, y verla entera, pero sé que será difícil encontrar el
momento de hacer algo así. Por el momento, me contento con disfrutar de
esta nueva etapa, con una primera temporada
ambientada a mediados de los años 30 y la segunda, a mediados de los
40, por supuesto en Londres.
Te recomiendo Upstairs Downstairs totalmente convencida, aunque de entrada no te interesen estos dramas costumbristas. Seguro que las pequeñas tramas, que se cruzan y se
enredan entre su amplio abanico de personajes, contienen algún tema que te
llame la atención, y el conjunto es simplemente perfecto.
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