A mi ritmo, sin prisa pero sin pausa. Sin tener que esperar una semana entera para tomar una dosis de 20 y pocos minutos. En un par o tres de días. Como a mí me gusta. Así he visto la quinta temporada de Californication.
Antes de eso, fui leyendo en Twitter lo poco popular que ha sido esta última temporada, lo poco que ha gustado y lo mucho que ha aburrido. Quizá precisamente porque yo me la he visto de un tirón, no me ha parecido que haya estado tan mal. Es lo mismo de siempre, sí. ¿Y qué esperábamos?
La historia de Hank Moody es siempre la misma, porque no puede escapar de sí mismo. La gente no cambia, al contrario, a medida que nos hacemos mayores, nuestros vicios y defectos se acentúan. El personaje de Moody tiene muchos y variados vicios y defectos, y lo mismo le pasa a la serie. Y yo no quiero que cambie. No quiero que Californication, por ejemplo, nos dé 'un final feliz', porque si no, estaríamos hablando de otra serie.
Como novedad: un yerno que es una mala imitación de Hank, recreando así ese topicazo de que las mujeres buscamos en nuestras parejas a nuestro propio padre. A mí el chico no me ha caído bien, pero supongo que esa era la intención. Becca tampoco goza de mis simpatías... a medida que se hace mayor, más irritante es. No ocurre lo mismo con la dulce Karen... que siempre es perfecta, aunque escoja a unos compañeros un tanto 'especiales'. Su marido alcohólico nos ha regalado momentazos. Está muy loco y soy muy fan.
El gran fallo de esta temporada, para mí, ha estado en la música. Se ha pecado de falta de Rock and Roll. Al consistir el trabajo de Hank en una película para un ídolo del rap, los buenos tiempos musicales claramente pasan a mejor vida, o por lo menos, no gozan de gran protagonismo. Tuve que esperar al capítulo 7 para disfrutar de unas pocas referencias rockeras, de la mano de la brillante y magnífica presencia de Drea de Matteo, interpretando a una groupie/stripper malhablada y pechugona.
Anécdotas de backstage sobre Vince Neil y Mötley Crüe, una conversación divina entre ella y Moody sobre el Appetitte for Destruction de Guns n'Roses, y ese pequeño gran homenaje a Whitesnake en tres actos, fueron un regalo y un oasis en el desierto de ese ambiente, el de los raperos multimillonarios, que nada va conmigo y que nada me interesa.
Así que sin duda, este séptimo episodio 'Here I go again' ha sido mi favorito. El título prometía: el de la popular canción de Whitesnake con la que se cierra el capítulo, y con la divina De Matteo bailándola sobre el capó del coche de Hank, emulando a Tawny Kitaen en el vídeo clip de la canción, antes de ir a tomar algo al Rainbow. Sin olvidar, por supuesto, esa season finale en la que Lew Ashby vuelve a la vida, con su inseparable camiseta de Mötley Crüe... ¡Qué emoción! ¡Qué gran momento! ¡Qué gran personaje...!
Conclusión: a la temporada le pongo un Bien, sin más. No le pongo nota alta, tampoco la suspendo. Ya sabíamos que la temporada acabaría mal, ya sabíamos que Hank volvería a cagarla con Karen... ya sabíamos que Charlie continuaría sacándonos crueles carcajadas con sus continuas humillaciones, y ya sabíamos que la pequeña-gran Marcy iba a darnos minutos de gloria. No hay nadie como ella, es mi personaje favorito: divina y
deslenguada, sin complejos, súper loca y muy guarra. La mejor.
3 comentarios:
Y como ya he dicho en alguna otra parte, ahora lo que espero es que Karen reaccione distinto. Y esto avanzará, te lo aseguro. Y no hacia un final feliz endulcorado, espero, sino hacia un final merecido por dos personajes que ya se han probado que son como son (ella tampoco es tan buena y perfecta y es lo mejor de su personaje) y que así como son se aman.
Gran reseña de la música. Muchas gracias.
Absolutamente de acuerdo en todo!!!!
Antara: A Karen le va la marcha, eso es así. xD Gracias a ti por pasarte a comentar.
Morgana LeFey: Great minds think alike! Besos.
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