JUNIO - JULIO:
Empezaba el verano y yo terminaba mi relación con Harry Potter. Encadené Harry Potter y El Misterio del Príncipe y Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte, y los devoré con tanta rapidez y pasión como con los cinco anteriores. Al hablar de literatura siempre me gusta hacer una distinción: o lees un libro o vives una experiencia. Harry Potter es una experiencia, y no me arrepiento de que esta experiencia me haya llegado a los 32 años y no a los 13 o a los 15 o a los 17. Creo que la saga de Harry Potter es una historia apta para todas las edades, que te arrastra a un universo de fantasía eterno, infinito y maravilloso.
Y terminé el mes de junio empezando la biografía de Ozzy Osbourne: I Am Ozzy. Un cambio radical. Y un recuerdo que siempre irá de la mano de este libro: leyéndolo mientras tomaba el sol en la piscina del Hotel Tryp Los Ángeles, en Getafe (Madrid), antes de los conciertos del Festival Sonisphere. ¡La vida puede ser maravillosa!
Hice la crítica para Apartamento666, en la que dije, entre otras cosas:
“Si tuviese que describir el libro utilizando tan sólo una palabra, esta sería sin duda: Divertido. Y es que me he reído a carcajadas. Muchas de las historias que nos cuenta forman ya parte de la memoria colectiva de los amantes del Rock y del Heavy Metal, pero muchas otras, sobre todo las que hacen referencia a los años previos a la formación de Black Sabbath, me han parecido tremendamente interesantes y en ocasiones, me han sorprendido. (…) os recomiendo encarecidamente su lectura. No sólo por los momentos divertidos, hilarantes y curiosos, sino también por la lección de historia del Rock a la que os enfrentaréis. Tanto si sois fans del vocalista como si no, este libro es altamente recomendable. Lo leeréis en un suspiro, os lo aseguro, ya que su narrativa es rápida y ágil, y además, como acompañaréis esta lectura de muchas risas, seguro que no os arrepentís”.
(Si gustáis, haced click aquí y podréis leer la review entera).
JULIO - AGOSTO:
De la historia del Rock and Roll me apetecía dar el salto a otro tipo de historia. Recuperé la lista de los ensayos de Isaac Asimov y me decanté por La Formación de América del Norte. El hecho de haber leído en abril el último volumen publicado de la saga Outlander (Forastera) de Diana Gabaldon: Ecos del Pasado, contribuyó a este antojo. Pero la experiencia me salió rana: me apetecía leer sobre las colonias inglesas, la Guerra de la Independencia… y después de tanto español y portugués paseándose por allí, me cansé. No tuve voluntad para saltar capítulos hasta encontrar lo que me apetecía leer, así que lo abandoné.
Y siguiendo la recomendación de Pilar, con la que no sólo comparto consejos sobre series sino también sobre libros, le pedí prestado a mi suegra un libro de Paul Auster, autor que no conocía. Leí Brooklyn Follies y me gustó mucho. Un tipo de novela sobre gente corriente a la que le pasan cosas mundanas. En realidad, cuando me preguntan “de qué va”, respondo que no va de nada concretamente, que va “de un tío”. Pero es una historia bonita. Así que lo recomiendo. Se lee rápido y es muy sencillo en las formas.
El mes de agosto estaba a la vuelta de la esquina. Había que encontrar un libro para las vacaciones propiamente dichas. Un libro de bolsillo y una apuesta segura. Uno de los autores que casi nunca me han fallado es Valerio Massimo Manfredi, por lo menos, no en sus novelas. Recuerdo que leí un ensayo suyo titulado Akropolis que no me gustó demasiado, pero… un fallito lo tiene cualquiera. Me compré la edición de bolsillo de Talos de Esparta. Manfredi, Espartanos… no podía equivocarme. Pues sí, me equivoqué. ¡Menuda decepción!
Con un trasfondo histórico inmejorable: las guerras médicas, la famosa batalla de las Termópilas y la revuelta de los ilotas, Manfredi no acierta en desarrollar una historia que en principio pintaba interesante. Cae en los tópicos que más se han repetido desde que a Homero le diese por arremangarse las mangas de la túnica. Es una de las narraciones más lentas y más aburridas que han caído en mis manos. No la abandoné porque estaba en Mallorca, no tenía otra cosa y no tenía tampoco ganas de comprar nada más. Lo terminé porque era una novela de Manfredi y, tras el regalo que nos hizo con la trilogía de Alexandros, le tengo mucho respeto. Pero… de nuevo: ¡Menuda decepción!
Para curarme de ella me animé a darle una oportunidad a otro autor del que solamente he leído fragmentos de sus obras más conocidas, además de haber visto las adaptaciones al cine de algunas de sus novelas. Hablo de Charles Dickens y de Oliver Twist, el pobre niño pobre que tanto hace sufrir. Sin salir corriendo a comprar fuegos artificiales para manifestar mi alegría, os diré que me ha gustado mucho y que estoy animada para leer más obras del escritor.
Y me despido de las vacaciones para empezar mañana mismo a trabajar, leyendo Angelology de Danielle Trussoli. Una historia sobre una monja joven de la actualidad, residente en un convento de Nueva York, que descubre una serie de conspiraciones religiosas que tienen que ver con el pasado de su familia, a través de una correspondencia que ella, como bibliotecaria del convento, se encarga de clasificar. La novela no está exenta de fantasía y como su título indica, está ligada a la angelología, la ciencia que estudia los ángeles, así que ya os podéis imaginar…
Por el momento, y sin haber llegado todavía a la página 100, no me encuentro en disposición de recomendar (ni tampoco de desaconsejar) la novela. El hecho de que la protagonista sea una monja pone difícil que me identifique con ella, pero por otro lado, lo poco que llevo leído ha despertado en mí la curiosidad de querer saber a dónde nos quieren llevar. Pilar también lo está leyendo y creo que está, en parte, de acuerdo conmigo…
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