
El pasado 13 de octubre terminé por fin con una de las series que más difíciles se me han hecho: The Wire. Muchos fueron los intentos infructuosos de pasar de la mitad de su primera temporada, pero finalmente este verano lo conseguí y aunque a un ritmo pausado, como el que tiene la serie de por sí, terminé de ver las cinco temporadas, quedándome al final una sensación bastante satisfactoria.
Quizá mi temporada favorita, y esto parece contradictorio a juzgar por las veces que se me atragantó, fue la primera, seguida muy de cerca por la cuarta. Publiqué una entrada sobre la primera temporada, en la que comparé a la serie con una novela, por su lentitud y multitud de detalles. Precisamente esta lentitud es el principal fallo que le encuentro a la serie, y precisamente por eso me costó tanto avanzar. Todas las temporadas siguen un esquema parecido en ese aspecto: los primeros episodios avanzan con una calma en ocasiones enervante, para luego hacer un sprint en los finales de temporada, que invariablemente son emocionantes, trepidantes y muy muy adictivos.
La primera temporada se centra en el tráfico de drogas en las calles del distrito oeste de Baltimore, ciudad donde está ambientada la serie. Conocemos a los policías y a los traficantes, y todos seguirán presentes en las cuatro temporadas restantes, alternando su protagonismo con otros temas. Por ejemplo, la segunda temporada se centra en el puerto de la ciudad, el contrabando, los sindicatos; y la tercera, en luchas políticas por el control de la ciudad. Quizá estas sean las dos temporadas que menos me gustaron, aunque insisto en que tanto el final de la segunda, como el de la tercera temporada, me hicieron olvidar todo el aburrimiento puntual que había sentido en episodios anteriores.
La cuarta temporada fue para mi la más dura y la más emotiva. Se centra en la juventud de los bajos fondos de Baltimore. Conocemos a los descendientes de los traficantes de la primera temporada, que no han desaparecido de escena, pero que perdieron algo de protagonismo, sobre todo en la segunda temporada. Vemos cómo los chavales viven unas vidas duras, cómo pierden la inocencia en la calle, cómo se enfrentan a un futuro que parece que ya les ha sido asignado al nacer, por sus padres, por sus vecinos del barrio, por el resto de sus amigos... Es muy interesante ver cómo los profesores, trabajadores sociales y algunos policías, luchan de manera altruista por darles a estos chavales la oportunidad de un futuro mejor. La cuarta temporada es además característica por cómo el personaje principal de la serie: Jimmy McNulty desaparece de escena casi por completo, y es también la temporada en la que decidí que mi personaje favorito de la serie era el policía Ellis Carver, en dura pugna con Lester Freamon y el mismo McNulty.
La última temporada es la temporada de la prensa, y quizá porque yo ya sabía a lo que me enfrentaba o quizá porque ya estaba pensada así, rezuma sensación de final por los cuatro costados. Sentí que se cerraban muchas cosas y que al mismo tiempo, se dejaban abiertos muchos frentes, porque así es la vida... y la vida continúa para los personajes, aunque nosotros ya no sigamos como testigos. Me gustó el final, y me gustó precisamente porque te deja con esa sensación de: 'la vida sigue igual' tan real. The Wire es, en definitiva, una de las series que más me ha transmitido realismo, aunque nunca haya puesto los pies en Baltimore, ni haya vendido drogas en una esquina. Pero me los he creído, a todos y cada uno de sus personajes.
Así que si alguien está leyendo esto y se encuentra como yo estuve, dudando a principios de la primera temporada, un poco aburrido quizá, y a punto de abandonarla, ¡no lo hagáis! Llegad al final de la temporada y haceros a la idea de que The Wire es así, pausada, llena de detalles, de silencios y de estatismo en sus primeros tramos de temporada y rápida, emocionante y agitada cuando se acercan al final. Sus personajes están tan bien trabajados y desarollados que a veces te da la sensación que estás viendo 'la vida de...', y supongo que para conseguir que sintamos eso necesitan tomarse su tiempo y contarnos con total tranquilidad de dónde vienen, hacia dónde van, y qué han encontrado por el camino.

Mi veredicto final es que no comparto el fanatismo de muchos, ni considero The Wire como 'la serie'. Pero al mismo tiempo, me llevo la sensación de haber visto una 'buena serie' y algo importante. Y cuando acabas de ver una serie y la primera idea que te viene a la cabeza es: 'La quiero volver a ver desde el principio, sabiendo lo que sé', no es para nada mala señal.
Quizá mi temporada favorita, y esto parece contradictorio a juzgar por las veces que se me atragantó, fue la primera, seguida muy de cerca por la cuarta. Publiqué una entrada sobre la primera temporada, en la que comparé a la serie con una novela, por su lentitud y multitud de detalles. Precisamente esta lentitud es el principal fallo que le encuentro a la serie, y precisamente por eso me costó tanto avanzar. Todas las temporadas siguen un esquema parecido en ese aspecto: los primeros episodios avanzan con una calma en ocasiones enervante, para luego hacer un sprint en los finales de temporada, que invariablemente son emocionantes, trepidantes y muy muy adictivos.
La primera temporada se centra en el tráfico de drogas en las calles del distrito oeste de Baltimore, ciudad donde está ambientada la serie. Conocemos a los policías y a los traficantes, y todos seguirán presentes en las cuatro temporadas restantes, alternando su protagonismo con otros temas. Por ejemplo, la segunda temporada se centra en el puerto de la ciudad, el contrabando, los sindicatos; y la tercera, en luchas políticas por el control de la ciudad. Quizá estas sean las dos temporadas que menos me gustaron, aunque insisto en que tanto el final de la segunda, como el de la tercera temporada, me hicieron olvidar todo el aburrimiento puntual que había sentido en episodios anteriores.
La cuarta temporada fue para mi la más dura y la más emotiva. Se centra en la juventud de los bajos fondos de Baltimore. Conocemos a los descendientes de los traficantes de la primera temporada, que no han desaparecido de escena, pero que perdieron algo de protagonismo, sobre todo en la segunda temporada. Vemos cómo los chavales viven unas vidas duras, cómo pierden la inocencia en la calle, cómo se enfrentan a un futuro que parece que ya les ha sido asignado al nacer, por sus padres, por sus vecinos del barrio, por el resto de sus amigos... Es muy interesante ver cómo los profesores, trabajadores sociales y algunos policías, luchan de manera altruista por darles a estos chavales la oportunidad de un futuro mejor. La cuarta temporada es además característica por cómo el personaje principal de la serie: Jimmy McNulty desaparece de escena casi por completo, y es también la temporada en la que decidí que mi personaje favorito de la serie era el policía Ellis Carver, en dura pugna con Lester Freamon y el mismo McNulty.
La última temporada es la temporada de la prensa, y quizá porque yo ya sabía a lo que me enfrentaba o quizá porque ya estaba pensada así, rezuma sensación de final por los cuatro costados. Sentí que se cerraban muchas cosas y que al mismo tiempo, se dejaban abiertos muchos frentes, porque así es la vida... y la vida continúa para los personajes, aunque nosotros ya no sigamos como testigos. Me gustó el final, y me gustó precisamente porque te deja con esa sensación de: 'la vida sigue igual' tan real. The Wire es, en definitiva, una de las series que más me ha transmitido realismo, aunque nunca haya puesto los pies en Baltimore, ni haya vendido drogas en una esquina. Pero me los he creído, a todos y cada uno de sus personajes.
Así que si alguien está leyendo esto y se encuentra como yo estuve, dudando a principios de la primera temporada, un poco aburrido quizá, y a punto de abandonarla, ¡no lo hagáis! Llegad al final de la temporada y haceros a la idea de que The Wire es así, pausada, llena de detalles, de silencios y de estatismo en sus primeros tramos de temporada y rápida, emocionante y agitada cuando se acercan al final. Sus personajes están tan bien trabajados y desarollados que a veces te da la sensación que estás viendo 'la vida de...', y supongo que para conseguir que sintamos eso necesitan tomarse su tiempo y contarnos con total tranquilidad de dónde vienen, hacia dónde van, y qué han encontrado por el camino.

Mi veredicto final es que no comparto el fanatismo de muchos, ni considero The Wire como 'la serie'. Pero al mismo tiempo, me llevo la sensación de haber visto una 'buena serie' y algo importante. Y cuando acabas de ver una serie y la primera idea que te viene a la cabeza es: 'La quiero volver a ver desde el principio, sabiendo lo que sé', no es para nada mala señal.